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Mostrando entradas de mayo, 2024

El primer encuentro (parte 6 de 6)

Cuando finalmente terminaron los azotes volvió a ordenarme que fuera al rincón a esperar.   El ciclo era el mismo pero las sensaciones habían cambiado por completo.  Ya no me importaba el dolor por la posición de los brazos, las pocas energías que me quedaban estaban concentradas en evitar dos impulsos: el de llorar y el de masajearme las nalgas que aunque no me podía ver imaginaba de un rojo intenso a juzgar por el ardor y calor que sentía. Mientras esperaba, pude escuchar el ruido de un mueble al moverse e imaginé que estaba acomodando el escritorio que había visto al entrar. Sabía que cuando esta espera terminara iba a ser el turno de la paleta de madera, el instrumento que más miedo me generaba. Sabía también que, a la cantidad que inicialmente tuviera ella en mente yo le había sumado 5 después de mi gran error en la forma de pedir el castigo. Y presentía que, si bien seguramente fuera la última tanda, era muy probable que no pudiera aguantarla sin llorar, considerando lo que me es

El primer encuentro (parte 5 de 6)

Después de lo que sentí como una eternidad en el rincón, me ordenó que me acostara de nuevo sobre sus rodillas.  - ¿Por qué estás acá? - Porque me porté como una malcriada, señora - Así es. ¿Y qué les pasa a las señoritas malcriadas como vos? - Las castigan con azotes en las nalgas, señora - Nos vamos entendiendo, al fin. ¿Cuántos golpes creés que merecés con el cepillo? Un nuevo temblor me recorrió al escuchar esa pregunta. Sabía que si decía un número demasiado bajo iba a empeorar la situación, pero tampoco quería decir uno alto que después no pudiera aguantar. Tres fuertes golpes seguidos en el mismo lugar me cortaron el debate interno. - Te hice una pregunta y te dije que no iba a perder más tiempo con vos. Voy a decirlo una única vez más: ¿cuántos golpes creés que merecés con el cepillo? - Ehh... treinta, señora - Bueno, no está mal para empezar. Van a ser treinta con el cepillo, quiero que lleves la cuenta para tus adentros y que ni bien terminen te levantes a traerme tu cuchara

El primer encuentro (Parte 4 de 6)

No tengo idea de cuántos golpes fueron. Intenté llevar la cuenta pero muy pronto tuve que abandonar esa tarea para poder dirigir toda mi energía a mantener la posición sin moverme demasiado y frenar el impulso de taparme con las manos. Sabía que patalear o cubrirme sólo iba a empeorar la situación por lo que me esforcé lo más que pude en evitarlo. Creo que ella reconoció ese esfuerzo, porque en un momento bajó un poco la intensidad hasta que finalmente se detuvo. - Bueno, creo que estás empezando a darte cuenta que acá lo que hagas tiene sus consecuencias y que no tengo paciencia para aguantar tus actitudes, ¿está claro? - Sí, señora - Ya perdimos mucho tiempo por tu falta de atención, no creas que terminé de castigarte por eso. Pero vamos a empezar de una vez con el castigo por el que estamos acá. ¿Qué te dije que iba a pasar cuando nos viéramos? - Que me ibas a castigar La rápida e intensa seguidilla de golpes que siguió a mi respuesta me recordó que me había pedido que fueran comple