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Amanda y Samanta I: Las tres opciones.

 –¡Voy! – gritó Samanta desde su escritorio/comedor. Le dio un mordisco al chocolate que tenía encima y marcó con lapicero azul una de las tantas facturas que había estado ingresando al Excel toda la tarde. Samanta abrió la puerta y miro desconcertada un momento a Amanda. –¿Ya son las 6? –preguntó preocupada. –Hola para ti también –le contestó Amanda mientras entraba al departamento. El lugar no estaba sucio exactamente, pero era un pequeño caos. Se notaba que todo estaba fuera de su sitio como si hubiesen entrado a robar o alguien hubiese estado buscando cosas con desesperación. –Perdona se me hizo tarde –se disculpó Samanta intentando acomodar un par de cosas en el camino. –Ya, puedo notarlo…. ¿Te estás mudando? –preguntó con evidente diversión Amanda. –Ja… Y no… –Samanta volvió a sentarse en su comedor mientras volvía a enfocarse en las facturas que tenía enfrente –Tengo que ingresar hoy las compras que hice para la empresa con mi dinero o no me lo van a devolver hasta el mes qu
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Amanda y Laura I: Los riesgos de no avisar.

 - ¡Mierda! – se escuchó el susurro en la habitación, a oscuras Laura estaba intentando prender la linterna de su celular. El departamento estaba en silencio y eran casi las cuatro de la madrugada. Una luz se encendió, la del velador. - ¿Amor? – preguntó Amanda. - Shhhhhh… no te vayas a despertar -contesto Laura, resignada de no haber podido encender su linterna. - Ya estoy despierta -respondió Amanda con evidente irritación- ¿Qué hora es? - Tem… hip.. prano… -una risa escandalosa confirmo las sospechas de Amanda, la salida de un par de copas y ya, se había convertido al final en algo más. - Te llamé varías veces -le reclamó Amanda. - Te amo ¿Te lo he dicho antes? – preguntó Laura mientras forcejeaba con su pijama. - Y yo a ti…. – Amanda dio un resoplido- No hay caso, ven a dormir. - ¿Es una orden señora? – preguntó Laura de forma juguetona. - Tú mejor obedece que ya estás en suficientes problemas. - ¿Me vas a castigar? – pregunto sin censura Laura mientras se acostaba. - Maña

Amelia y Emma 1: la foto

 El sol de las tres de la tarde atravesaba los ventanales del bar y se proyectaba en el suelo y las mesas. Amelia estaba sentada sola y, aunque sostenía su Kindle como si estuviera leyendo, en realidad estaba mirando la hora. “Quince minutos tarde”, pensó. ¿Quién era esta chica que de la nada le sacaba una foto? ¿Y cómo consiguió su número? Sus pensamientos fueron interrumpidos por la joven en cuestión que irrumpió en el bar, con su actitud relajada y su sonrisa de oreja a oreja, se acercó y la saludó. Contradiciendo su natural tendencia a ponerse seria Amelia no pudo evitar devolverle la sonrisa. Dejó el dispositivo sobre la mesa y le hizo una seña al camarero. —Llegas tarde. —Claro que no. Amelia frunció el ceño por unos segundos y se limitó a mirarla. La joven tenía un aspecto casual pero deliberadamente cuidado, su indumentaria se percibía mucha calidad. Su cabello castaño oscuro y largo terminaba en ondas sutiles. Sus dientes eran perfectos. Amelia se distrajo un minuto

Instrumentos: la mano

Se podría decir, sin temor a equivocarse, que a todas las personas que les gusta el spanking les gusta dar (o recibir) palmadas con la mano. La conexión afectiva es muy fuerte y puede dejar marcas de dedos muy interesantes. Es íntima, por el contacto piel con piel y, cuando la situación lo permite, la mano tiene otros usos. No conozco a nadie que no considere a la mano entre sus favoritos (y la nombre como favorito cuando sale el tema). Tal vez habría que separarla de los demás instrumentos, porque es totalmente diferente, pero no podía empezar a hablar de instrumentos sin hablar primero de ella. La mano se relaciona además con una posición que también es la preferida, que es sobre las rodillas. Es la escena perfecta: la spankee sobre las rodillas, calzón a la altura de los tobillos y un largo rato de palmadas firmes con la mano. Funciona, además, como calentamiento previo para todo lo que va a venir después. Con respecto a la intensidad la mano es bastante amable, pero puede ser

La palabra de seguridad

Algunos puntos de esta entrada puede que sean un poco polémicos. Digo palabra y no palabras porque, en mi opinión, el sistema de los colores del semáforo, por ejemplo, no funciona en una escena de “spanking” tradicional y esto es porque la spankee no debería controlar ni la intensidad, ni la cantidad, ni algunas otras cosas. Solo tiene una carta que puede jugar y es para detener la sesión. Entonces la palabra de seguridad, para mi, es una sola. Y puede ser cualquier cosa, siempre que sea los suficientemente poco común como para que no se use accidentalmente. Y cuando se usa debe respetarse inmediatamente, siempre y en todos los casos. Debe establecerse aunque después no se use (lo ideal sería no usarla). Su función es detener la acción si la spankee siente que quiere detenerla. Y esa función es clave porque la spanker no se va a detener por otras palabras, expresiones o reacciones (como “no”, “pará”, “basta”, “más despacio”, etc., ni por ruegos, ni por llantos) sino hasta que considere

La Maestra de Historia

(La siguiente imágen la encontré en el perfil de Fetlife de Sweet_Tea_123)  -¡Sofía! -me desperté abruptamente apenas escuché mi nombre. Las risas de mis compañeras no tardaron en aparecer. -Estoy despierta -dije torpemente, lo cual terminó por estallar varias risas aún más fuertes a mi alrededor. -¡Silencio! -Miss Raquel amonestó a todas- Ve al baño a lavarte la cara. - Si Miss… -respondí mientras me sonrojaba. Me levanté de mi asiento y salí del salón rumbo a los baños que estaban en el mismo piso. Era la última clase del día y calculé que la campana estaría por sonar de todas formas pronto. Había dormido mal o casi tirando para nada. La última actualización del juego que jugaba en ese momento había salido ayer. 6 horas para actualizarlo y para cuando había terminado la partida con mi equipo ya era muy pasada mi hora de dormir, no es que la tuviese. Puse mi alarma un par de horas antes de tener que ir a la escuela para poder además recolectar todos los regalos que venían con la nu