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Amanda y Laura I: Los riesgos de no avisar.

 - ¡Mierda! – se escuchó el susurro en la habitación, a oscuras Laura estaba intentando prender la linterna de su celular.

El departamento estaba en silencio y eran casi las cuatro de la madrugada. Una luz se encendió, la del velador.

- ¿Amor? – preguntó Amanda.

- Shhhhhh… no te vayas a despertar -contesto Laura, resignada de no haber podido encender su linterna.

- Ya estoy despierta -respondió Amanda con evidente irritación- ¿Qué hora es?

- Tem… hip.. prano… -una risa escandalosa confirmo las sospechas de Amanda, la salida de un par de copas y ya, se había convertido al final en algo más.

- Te llamé varías veces -le reclamó Amanda.

- Te amo ¿Te lo he dicho antes? – preguntó Laura mientras forcejeaba con su pijama.

- Y yo a ti…. – Amanda dio un resoplido- No hay caso, ven a dormir.

- ¿Es una orden señora? – preguntó Laura de forma juguetona.

- Tú mejor obedece que ya estás en suficientes problemas.

- ¿Me vas a castigar? – pregunto sin censura Laura mientras se acostaba.

- Mañana vamos a hablar. -le dio un beso de buenas noches y apagó la luz. Ninguna de las dos demoró en quedarse dormida.

A las pocas horas de ese mismo día…..

- ¡Ya me desperté! – el ruido de la licuadora despertó a Laura de golpe. La cabeza le dolía y sentía náuseas. Recordaba brevemente su conversación con Amanda. Revisó su teléfono de puro reflejo, casi las dos de la tarde y ¡Dios! Seis llamadas perdidas entre la media noche y las tres de la mañana. Todas de Amanda.

Un ibuprofeno junto con un vaso de agua estaba dispuesto a su costado, se tomo ambos. El sonido de la licuadora se detuvo, contempló el esconderse en la habitación hasta que Amanda viniera a buscarla o hasta que el fin del mundo llegara, lo que sucediera primero. Pero el sonido de su estómago la traicionó. El no haber cenado antes de ir al bar definitivamente había sido una mala idea.

-¡Estás viva! – exclamó Amanda riendo apenas Laura entró en la cocina.

- Apenas….. comida.

- Te hago unas tostadas en lo que termino el almuerzo.

- Gracias….

- ¿Te divertiste anoche? – preguntó Amanda después de servirle las tostadas y un vaso de jugo.

- Estuvo bien – respondió Laura mientras se encogía de hombros.

- Demasiado bien por cómo llegaste anoche.

- ¡Amor! Me duele la cabeza – se quejó Laura mientras se bebía el jugo de un solo tirón.

- Y en un momento te va a doler algo más.

- ¡No me puedes castigar por divertirme! – exclamó Laura.

- Me dijiste que tomabas un par y venías temprano.

- ¡Me estaba divirtiendo!

- Te llamé varías veces.

- Había mucha bulla, no escuché.

- Llegaste ebria y no sabía nada de ti.

- Pero no me pasó nada …. – si las miradas mataran…. Laura terminó mitad de la tostada y dejo el resto sobre el plato.

-¿Terminaste? - pregunto Amanda luego de un minuto y espero hasta que Laura respondiera que si con un movimiento de cabeza, demasiado cansada para tener una conversación – Bien, almorzaremos después de nuestra charla… voy a estar en la habitación, ven a buscarme cuando estés lista. .

Laura contempló sus opciones un minuto y luego diez más. Sabía bien cuál había sido realmente el problema de anoche, pero aún no sabía si estaba del todo dispuesta a admitirlo. Decidió que no había nada malo con salir a tomar algo con sus amigas y fue a sentarse en el sofá, prendió la tele y subió el volumen lo suficiente para que pueda ser escuchada en todo el departamento.

Los pasos de Amanda no demoraron en aparecer.

-Parece que ya decidiste que esta va a ser una charla difícil.

-Yo no quiero charlar. -respondió Laura mientras hacía zapping con el control remoto, intentando no demostrar cuánto nerviosismo le generaba toda la situación. Lo siguiente que sintió fue la mano de Amanda sobre su oreja izquierda.

-No era una pregunta retórica

-¡Auuu! ¡Hey! ¡Eso no! – exclamó Laura mientras se ponía de pie y se convertía en la sombra de Amanda, intentando que el tirón fuese el menor posible.

- Te di tiempo para que te despejaras la cabeza un minuto, antes de charlar… eso no incluía ver televisión y lo sabes -reforzó lo último dando un tirón más fuerte.

- ¡Perdón! ¡Ya voy a la habitación!

- Claro que vas a ir, yo misma te voy a llevar.

El camino fue lo suficientemente rápido para Amanda y lento para Laura.

- ¿Puedes ir al rincón sola o también necesitas que te lleve? – pregunto Amanda soltándole la oreja a Laura.

- Auuu…. ¡No hace falta! -exclamo Laura llevándose las manos a la oreja afectada. Se ubicó en el único rincón disponible en la habitación y se quedó mirando la unión de ambas paredes con evidente enojo.

 Amanda recogió el cepillo que se encontraba sobre su mesa de noche, a simple vista cualquiera pensaría que se encontraba allí para arreglarse el cabello antes de irse a dormir o al despertarse, pero ambas conocían muy bien su verdadero propósito. Dejo el cepillo sobre la cama y se sentó al borde. Contempló durante largo rato la situación hasta que sintió que había pasado el tiempo suficiente para que Laura saliera del rincón.

- Laura, ven aquí por favor.

- Aún me duele la oreja – le recriminó apenas se dio la media vuelta.

- Eso pasó por no obedecer ahora ven aquí -volvió a repetir la indicación, está vez además señalando el espacio inmediato en frente de dónde se encontraba sentada.

Laura no necesito que la llamaran una tercera vez, se acercó a paso decidido pero sin quitar la vista del suelo.

- ¿Quieres decirme por qué estás aquí?

- No, gracias.

- De la forma difícil entonces -dijo Amanda mientras de un tirón le bajaba tanto el pantalón de pijama como la ropa interior.

- Argg… - resopló Laura mientras las mejillas se le teñían de rojo.

- Probemos de nuevo… ¿Por qué te voy a castigar?

- Porque… ¡Por aburrida! -respondió con evidente exasperación

- Laura…. Te lo advierto … a menos que quieras pasar la siguiente hora en el rincón.

- ¡No! Pero….. bueno… por no avisarte que iba a demorar. ¡Pero no me pasó nada malo!

- Obvio que no, sé que eres lo suficientemente capaz de cuidarte sola. Pero ambas avisamos si nos demoramos, es nuestra regla. ¿Y que pasa con los excesos? Ya hemos hablado de eso …

- Fue solo una cerveza….

- Laura...

- Una después de otras seis antes….. me dio el aire además….

- Ya… el aire… -Amanda la sujetó firmemente del brazo mientras la guiaba sobre sus rodillas, una vez en posición comenzó con nalgadas firmes pero despacio, tomándose su tiempo en calentar toda la cola – sino es el aire, es la bulla…. Muchas excusas ¿No? Y hasta ahora ninguna disculpa.

Laura se quedó en silencio, aún sin poder ceder del todo. La cabeza le dolía algo todavía, aunque agradecía que las náuseas habían ya pasado. Se sujeto al cubrecamas con fuerza cuando Amanda comenzó a castigarla con mayor intensidad y para cuando llevaban ya algunos minutos en la misma posición le estaba resultando difícil quedarse quieta del todo.

- ¿Por qué te estoy castigando? – volvió a preguntar Amanda sin detenerse.

- ¡Auch! ..¡Por no avisarte que llegaba tarde! … ¡Espera! -exclamó cuando Amanda comenzó a azotarla con el cepillo, no le había dado ni siquiera un aviso de haberlo cogido.

- ¿Y que más? ¡Cuidado con los pies! – la regaño mientras azotaba la parte superior de sus muslos.

- ¡A no excederme! -le respondió con urgencia, mientras concentraba toda su energía en quedarse lo más quieta posible. Amanda retomó el castigo sobre la cola, decidida a dejar una impresión que durara algunos días después de terminada la conversación. Los azotes llegaban en tandas de diez rápidos y con una ligera pausa entre tanda y tanda. No estaba llevando una cuenta pero estaba solo esperando ver el cambio de actitud correcta.

- ¡Perdón! – exclamó Laura. Los azotes se detuvieron momentáneamente.

- ¿Sabes? Me preocupé mucho un momento ….

- Perdón… yo también me hubiera preocupado. Yo no hubiese podido dormirme.

- Yo no pude hasta que… me respondió Samantha que estaban bien.

- ¡No me dijo nada! -exclamó Laura con indignación.

- Le puedes agradecer después… ahora … - dijo dando dos ligeros azotes con el cepillo- Te voy a dar veinte más y vamos a dejar esto detrás. Y espero que no haya una próxima vez, es desconsiderado no avisarnos si llegamos tarde. ¿Entendido?

- Sí, señora. -respondió Laura con la determinación de superar los últimos veinte. Los contó mentalmente y aunque cada uno le dolió más que el anterior, los últimos tres le hicieron dar una fuerte exclamación verbal – Ahh..¡Ahhh! ¡Auuu!

- Ya está…. Terminamos… -Amanda dejo el cepillo a un costado, y se inclinó un poco para abrir el cajón del velador, de dónde retiro un pequeño frasco de crema.

- Mmmmm …

- ¿Mejor? – preguntó con una sonrisa Amanda.

- No te detengas…. – respondió Laura, decidida a aprovechar toda la atención. Sin embargo su estómago volvió a traicionarla por segunda vez en un mismo día.

- ¿Almorzamos? – pregunto Amanda con evidente diversión.

Laura se reincorporo y se acomodo la ropa.

- ¿Qué cocinaste?

- Pasta y hay coca en la heladera.

- ¿Y una cervecita?

- Amor…..

- ¡Estaba bromeando!


Comentarios

  1. Me encantó Stephanie! Vamos la ficción, te quedan perfectos estos relatos. Y esta pareja me fascina, me resulta familiar, real. Gracias por este relato, qué bueno que sea la parte 1 porque quiero seguir leyendo sobre estas dos

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  2. para cuando la segunda parte? .... esta perfecto este relato, Steph ya sabes que escribes super bien, me encanto <3

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  3. Cada día mejor Stephe! Los personajes son geniales y se sienten muy reales, es fácil identificarse con ellos. Coincido con Vic, no hay primera sin segunda! (y esperemos que tercera).

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  4. Me ha encantado!!!! No sé por qué me siento identificada con la actitud de Laura jajajajaja. Creo que la voy a llamar para el brat ejército. Qué bonito cuando se desafía ayyy, hay fe en la humanidad aún.

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  5. Amooooooooooooo!!! Demasiado conocidas se me hacen las dos protagonistas jajaja se te da de maravilla escribir, y lo afortunadas que somos por leerte no lo cubro con palabras pero el intento se hace! Tus entradas son una aportación enorme a este blog, Steph. Gracias!

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