Algunos puntos de esta entrada puede que sean un poco polémicos. Digo palabra y no palabras porque, en mi opinión, el sistema de los colores del semáforo, por ejemplo, no funciona en una escena de “spanking” tradicional y esto es porque la spankee no debería controlar ni la intensidad, ni la cantidad, ni algunas otras cosas. Solo tiene una carta que puede jugar y es para detener la sesión. Entonces la palabra de seguridad, para mi, es una sola. Y puede ser cualquier cosa, siempre que sea los suficientemente poco común como para que no se use accidentalmente. Y cuando se usa debe respetarse inmediatamente, siempre y en todos los casos.
Debe establecerse aunque después no se use (lo ideal sería no usarla). Su función es detener la acción si la spankee siente que quiere detenerla. Y esa función es clave porque la spanker no se va a detener por otras palabras, expresiones o reacciones (como “no”, “pará”, “basta”, “más despacio”, etc., ni por ruegos, ni por llantos) sino hasta que considere que debe hacerlo.
Un acto de rebeldía
Mi spankee está sentada en la cama. Le pregunto:
—¿Cuál era tu palabra de seguridad?
Nunca se tomó seriamente mi petición de elegir una.
—No me acuerdo— se ríe
—Te estoy preguntando en serio, ¿cuál es tu palabra de seguridad?
—Te juro que no me acuerdo
Inaceptable. Este tema lo hablamos más de una vez. La pongo boca abajo y tomo una paleta de madera.
—No voy a parar hasta que recuerdes tu palabra —en un momento ella había sugerido una bastante rara, y si yo la recordaba ella debía recordarla con más razón. Insiste en que no la recuerda. Estoy tentada de usar la paleta sin parar hasta que le llegue la “iluminación”.
(Pero hay una contradicción en la escena, porque la palabra técnicamente no existe, todavía).
Me dice otras palabras, me dice una que había dicho yo como ejemplo y le había causado mucha gracia. No para de reírse del tema. Me dice “rojo”, y agrega que a mi no me gusta porque no me gusta el “semáforo”. Le digo que no tiene nada que ver, que puede usar rojo. Y finalmente establecemos “rojo”, porque si no íbamos a estar todo el día. Rojo, le ha quedado el culo.
¿Por qué le cuesta tanto a la spankee?
La spankee clásica es rebelde por naturaleza. Pero creo que el tema de fondo es el concepto (que para algunos puede ser polémico) de que cuando se trata de un “castigo” no debería haber palabra de seguridad. La spankee, sostienen algunos tops, no debería tener el atributo de detener la sesión y debería aguantarse el castigo que el top considere necesario.
Leí bastante sobre esto y hay personas que tienen esta postura, pero muchas más que están en contra. Recuerdo un aviso de spanking en un sitio británico donde la persona que publicó el aviso decía (traducción tentativa de memoria): “azotaina a la antigua, sin palabra de seguridad. Vas a llorar”.
Y es que todo esto genera mucho morbo. Porque sabemos que si bien es la spankee la que marca el ritmo y cuánto es suficiente (con el lenguaje corporal y otras señales), convenimos en que no debe ser quien finalmente “decide” cuánto es suficiente. ¿O sí? Este es otro buen momento de trazar esa línea que separa fantasía de realidad.
Recuerdo que yo misma en el rol de spankee me negaba a usar una palabra de seguridad porque el hecho que fuera “real” era muy importante para mi. Como top lo veo desde otra óptica y creo que establecer una palabra de seguridad es necesario, aunque reconozco que más de una vez he jugado sin ella.
La palabra de seguridad es un dispositivo útil, sobre todo para los primeros encuentros, donde todavía no se conoce la tolerancia y los límites de la spankee. En el spanking decimos que es algo que tenemos “para no usar”.
En definitiva se basa en la confianza. La spankee confía en que la spanker la va a cuidar (incluso de sí misma en algunos casos) y no va a permitir que nada “malo” le pase.
Pero también hay que tener en cuenta la intensidad premeditada y qué tan lejos se espera llegar. Si se tiene en mente una sesión que es un castigo fuerte entonces la palabra de seguridad es obligatoria.
Después la fantasía, los roles, el discurso… todo eso es otra cosa. Y ahí vale todo.
Este es un tema tan polémico cómo interesante. Voy a dar mi opinión personal e intransferible. Lo básico es distinguir límites de negociación y eso a veces se confunde.
ResponderEliminarLos límites deben estar claros y ser conocidos por ambos, los de uno y el otro, antes de tener cualquier juego ¿Que son los límites? Pues aquellas líneas rojas que no se quieren cruzar, por el motivo que sea a modo de ejemplo, la vara era un límite para una persona con la que jugué, un límite inamovible, entonces sólo te queda la opción de aceptarlo y jugar o no. Eso serían los límites pactados antes de jugar. Luego están las negociaciones, cómo bien dice Victoria, las spankees tienden a la rebeldía y eso incluye una vez perdidas, intentar minimizar, reducir, acortar...el inevitable castigo. En mi caso particular, creo que un/a spanker nunca debe negociar. Dentro de los límites previamente pactados, el spanker debe tener el control, la autonomía y la capacidad de decisión sobre intensidad, duración, instrumentos, etc. Que considere oportunos para corregir la falta. Cómo mucho entiendo cierta proporcionalidad de justicia, no es lo mismo "corregir" un olvido o descuido, que una mala contestación o falta de respeto, que una actitud reincidente. Pero eso ya corresponde al spanker y su libertad de acción para diseñar el castigo que crea más eficaz, dentro del contexto.
Dicho esto jamás he jugado con palabras de seguridad y voy a decir porque. Creo que la palabra de seguridad da una falsa seguridad y si en algún momento se llega a tener que decir, es que ya se ha pasado el límite. Como spanker consideraría un fracaso, que alguien tuviera que decirme la palabra de seguridad y que yo no haya sido capaz de darme cuenta , ya que llegar al limite no es algo abrupto y repentino, es un camino largo.
Con la única señal de seguridad que he jugado y es inequívoca,ha sido con una señal (levantar la mano izquierda) y eso en mi caso siempre ha significado (estoy empezando a estar incómoda) y no siempre ha significado el fin del juego, sólo una pausa o tregua o un cambio de registro.
Creo que un/a spanker durante un juego debe monitorizar constantemente a la spankee, todos sabemos que las quejas , súplicas, los no, la mayoría de las veces quieren decir todo lo contrario, lo que no engaña nunca es el cuerpo y observar. Un buen truco para principiantes puede ser por ejemplo, tomar la mano de la spankee en la posición otk y fijarse en los cambios en la tensión. La mayoría de spankees, suelen acumular muchas tensión al empezar y a medida que avanza el castigo se relajan, en el momento en que vuelven a tensarse, es que estamos entrando ya en zona roja.
Gracias Victoria, por traer a debate este tema.
Es un tema polémico para nuestro mundito, tal cual. Yo tiendo a estar muy de acuerdo con todo lo que planteás (incluso con lo de no jugar con palabra de seguridad, porque lo he hecho). Pero tiene que ver con la conexión con la persona, con cuánto te conocés, con cómo juega la spankee (es decir, una spankee que no cede que tiene como fantasía literalmente que la fuercen, no lo podríamos hacer sin palabra de seguridad).
EliminarY creo que finalmente no la necesitamos (sostengo mi frase, es algo que tenemos para no usarla) porque como vos bien decís nuestra escena, o nuestro juego (como top) gira alrededor de lo que le pasa a la spankee. Estamos todo el tiempo atentos a sus reacciones, necesidades, respuestas, etc. Y vamos a tener siempre en cuenta su umbral (no vamos a ir con una idea previa de tantos azotes, con tal instrumentos, etc. porque no sabemos cómo va a ser ni cómo va a estar ese día).
Visto desde ese punto de vista, el spanking (la práctica como nosotros la hacemos) no necesitaría la palabra de seguridad, como en cambio si la necesitan otras prácticas de BDSM donde el objetivo es buscar el límite físico/mental.
La clave de todo es cuidar a la persona con la que tenemos el privilegio de interactuar.
Mi opinión al respecto siempre ha sido la misma: la palabra de seguridad, a quien da seguridad es a los tops vagos y egoístas, es muy cómodo dejarse llevar y pensar "si me paso que diga la palabra".
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