FELIZ SAN VALENTÍN
Llegó esta fiesta que tanto me gusta celebrar, porque claro yo soy una de esas pavas románticas y para mí este día es especial, pero claro, no siempre sale todo como uno lo planifica. La Jefa tuvo un día malísimo, mucho trabajo y además de una tragedia familiar y no estaba con muchos ánimos, aun así nos fuimos a hacer una “croquetas party” con unas amigas, que estuvo muy bien la velada, llegamos tarde a casa y nos dormimos en seguida porque yo trabajaba al día siguiente.
A media tarde me mandó un Whatsapp diciendo que tendríamos la casa para nosotras solas y que me daba a elegir dos opciones. Primera: ir a comprar la comida a los perros y después ponerme el culo morado o bien, la segunda opción era que primero me ponía el culo hirviendo y después iríamos a comprar dolorida. Preferí la primera opción para no tener que estar sentada en el coche y dolorida por el camino en la calle.
Salí del trabajo, vino ella a recogerme, tan cariñosa como siempre, fuimos a comprar a “Tienda Animal” y llegamos a casa. Como yo la conozco perfectamente, intenté alargar el proceso del castigo, así que nada más llegar me puse a recoger cosas de la cocina, a jugar con los perros… para perder el tiempo básicamente. Ella se puso a recoger también conmigo hasta que en un momento dado, se puso muy seria, me cogió por la muñeca y me dijo: “Acompáñame”. Sé de sobra que cuando me coge de la muñeca significa que me va a castigar, lo tengo visto y comprobado que es así. Le dije que me soltara porque me iba a tirar por las escaleras y le pegué un tirón de la mano para soltarme, así que me dijo muy seria que tirase para abajo y me cogió del pelo hasta la puerta de la habitación.
Al llegar allí me preguntó que dónde estaba mi móvil, y le dije que estaba arriba que me lo había dejado en la cocina así que me mandó que fuera a por él. Le dije que no, así que me arreó una bofetada y me volvió a mandar que subiera a por el móvil. Ahí, pues no me quedó otra que obedecer. Subí, lo cogí y decidí perder el tiempo un poco más y me fui al baño a orinar. Sí, sé que en los peores momentos es cuando más toca cojones me pongo, pero es que me sale solo. Al ver que estaba tardando tanto me preguntó que estaba haciendo y le dije que estaba haciendo “pipí”. Me dijo que ella no me había dado permiso y que bajara inmediatamente. Le dije que se esperara y empezó a contar: 1… 2…. “como tenga que subir te la cargas” y la de 3 ya estaba yo abajo corriendo. La conozco y cuando llega a 3, es mejor mudarse de planeta. En cuánto entré en la habitación, pasé por su lado y me pegó una colleja fuerte en la cabeza que me dejó fuera de juego. No me la esperaba para nada, nunca me ha dado una y me dejó cortada. Mientras yo había ido a por el móvil, había sacado todo su arsenal de guerra para los castigos duros: palas, cuchara de madera, varas, cepillos, cinturón…
Me dijo que abriera el bloc de notas del móvil dónde tenía apuntadas todas las faltas que llevábamos. Me negué y me dio otra bofetada, así que empecé a buscar en el móvil mientras ella me iba pegando con la fusta en distintas partes del cuerpo para que acelerara más. Eso me ponía más nerviosa y tardaba más en buscar la app. Finalmente la abrí y se la di. Ufff, había montón de cosas apuntadas. Me pidió que las leyera y le dije que se me había olvidado cómo se leía, a lo que ella respondió: “espera, que te refresco la memoria” y me pegó un varazo en el brazo y en la pierna.
Me dijo también: "quiero que apoyes las dos manos en la cama, el culo en alto y ni se te ocurra moverte, ¿entendido?" .
Apoyé las dos manos en la cama y fui a sentarme en el suelo (para tener el culo lejos de ella) y no llegué cuándo me cogió de los pelos y me puso en pie, regañándome, diciéndome que me iba a quitar todas las tonterías ya.
Me puso el bloc de notas del móvil abierto por la parte de los castigos y me dijo que leyera el primero en voz alta (yo todo esto ya con las manos apoyadas en la cama y el culo en alto y con el pantalón vaquero negro puesto).
El primero era “Culpar a la Jefa de mi dolor de barriga por comer lo que no debo” y me preguntó que si éste era cierto. Le contesté que no me acordaba de cuándo hice eso y me arreó un par de azotes fuertes con un listón de madera grueso y me volvió a preguntar y le volví a decir que no me acordaba, por lo que siguió dándome hasta que le dije que sí, que era cierto; esto fue 5 o 6 azotes más para sacarme eso. Y me dijo que contase los azotes: me dio 20 listonazos fuertes en el culo. Menos mal que me había dejado el pantalón puesto y no dolían para morir porque el pantalón amortiguaba bastante y era de agradecer y más que había empezado en frío, sin calentar ni nada en plan castigo severo.
Cogió ella el móvil, subrayó ese primer motivo y me dijo que leyera el segundo. Éste decía lo siguiente: “Culpar a la Jefa de haberme levantado a comer chocolate a las 3 de la mañana”. Ella me tiene prohibido que me levante a comer a media noche, y una noche lo hice, me regañó y le dije que la culpa era suya que no me había atado a la cama y no estaba pendiente de mí a las 3 de la mañana. Se lo dije para chincharla y me hizo apuntarlo en la dichosa odiosa lista. Me preguntó que de quién era la obligación de ocuparse cumplir ese y de quién era la culpa realmente. Le dije que de las dos, a lo que me empezó a dar azotes, ésta vez con la pala de madera hasta que contesté bien y le dije que la culpa era mía (me pierde siempre la brat boca), por lo que ahí me bajó el pantalón por las rodillas, yo no llevaba bragas. Vi de reojo que había cogido la pala y apreté fuerte los puños contra la colcha y de nuevo me hizo contarlos.
Joder, otros 20 que picaban como su puñetera madre, eso sí, el pantalón que estaba por las rodillas acabó en los tobillos y me prohibió moverme o empezaría desde cero el castigo. De nuevo, se repitió el mismo proceso: cogió el móvil, subrayó esa falta y me lo volvió a dar para que leyera el tercero.
Tercero: “Insinuar que la Jefa no me cuida” Este en concreto fue duro porque se lo solté en un momento de pataleta que tuve. Sé que estuvo fuera de lugar porque además no es cierto para nada, así que en cuánto lo leí me disculpé directamente, diciendo que este lo había dicho sin querer, que no pensaba en eso para nada y que lo sentía mucho. Sé que este estuvo muy feo y ya me iba doliendo el culo bastante, así que no quería tentar más a la suerte. Así que cogió la cuchara de madera y me soltó de nuevo otros fortísimos 20 azotes mientras yo lo contaba y me faltaba la respiración entre azote y azote, y más que los daba rápidos y fuertes. Ya me empezaban hasta doler las muñecas de estar apoyada en esa posición y más sin poder moverme ni levantar el culo. Una vez más, volvió a repetir el procedimiento y me dio a leer el cuarto.
Cuarta falta: “Acusar de no haber dormido por culpa de la Jefa”. Todas las mañanas tenemos la costumbre de preguntarnos de cómo hemos pasado la noche y esa mañana le dije que hablaba mucho por las noches y que había dormido poco por su culpa… (en verdad, había sido yo la que había estado contándole mil cosas), así que otro más agregado a la lista. Para esta falta, cogió el cepillo de madera largo y de nuevo fueron 20 azotes muy fuertes, pero éstos ya me hicieron saltar. Me moví del sitio, pedí clemencia… pero nada, de la oreja, me volvió a poner en mi sitio y me hizo contarlos. Odio el puto cepillo. Lo odio, en serio. Y de nuevo, vuelta a lo mismo con el móvil. ¡¡Qué larga se me estaba haciendo la lista ya!!
El quinto motivo que me hizo leer fue: “Quiero mucho a la Jefa”. Este lo escribí en su día, de coña porque le dije que ya me estaba haciendo que escribiera faltas hasta por respirar y que haber si también me iba a castigar por quererla…. Lo puse de coña en su día, pero se me olvidó borrarlo, así que también cobré por este, pero con la fusta y esta vez fueron 25. Como protesté porque no quería que me castigase por éste y me puse de pie, me arreó un par de fustazos en la parte de atrás y debajo de las piernas que lo flipé y ya me puse en mi sitio de nuevo. Estos fustazos me dejaron dos marcas que no veas. Mientras me regañaba diciéndome que la lista de los castigos es algo serio y que si no me lo tomaba a cachondeo pues también iba a calentarme el culo.
La sexta falta “No me levanto a mi hora ni estudio”. Uff, este motivo sabía que no le podía decir nada, porque este era real y es importante y me lo tomo por el pito del sereno, así que simplemente a esta falta le dije que tenía razón, que lo sentía mucho y aquí cogió la vara ya. Estos azotes fueron muy rápidos y duros. Me hicieron saltar y salirme de sitio en varias ocasiones por lo que me volvió a recordar que como me volviera a mover, además de ser peligroso el dar en un mal sitio, que iba a empezar de cero por no obedecerle. Agarré bien fuerte de nuevo la colcha y aguanté como pude. Fueron 30 de vara. Yo ya estaba super seria y los moquillos se iban a caer ya de la intensidad. Volvió a coger el móvil, subrayó este motivo, me bronqueó y me dijo que leyera el siguiente mientras me tiró el móvil a la cama.
Séptimo motivo: “Debo de contestar con educación a la Jefa”. Este motivo fue que un día estaba reglosa y le solté una bordería que le sentó fatal y me dijo que lo apuntara que ya ajustaríamos cuentas. Pues ya llegó ese día de ajustes… Sabía que con este me iba a dar fuerte también porque no le gusta las malas contestaciones, así que cogió otra vara diferente, más fina que picaba montón. De estos fueron 25 también que me los hizo contar y salté también mucho, que la vara pica muchísimo. En ese momento me puse las manos en el culo, necesitaba tiempo para respirar, tomar aire y aliento para poder aguantar más. Estaba sudando de la tensión, el castigo estaba siendo largo y era una agonía. Como vio que necesitaba “un break”, soltó la vara, se sentó en la cama y me empezó a azotar pero con la mano. Debo reconocer que fue un alivio, porque aunque tiene una mano de acero, después de la intensidad de ambas varas tan finas, el notar unas manos suaves se me hizo más llevadero. Se empezó a reír y me dijo que ya sabía qué zona del culo me iba a doler al día siguiente. Me volvió a dar el móvil y me dijo que siguiera leyendo.
Octavo motivo de condena: “Hablarle y mirar mal a la Jefa en la cocina” Le dije que esta estaba relacionada con la anterior y que no valía. Me dijo que había sido en distintos momentos temporales y además que ella decidía que valía y que no, por lo que me ordenó de nuevo que me pusiera en mi sitio con las manos apoyadas en la cama. Le pedí permiso para quitarme el pantalón por lo menos, ya que estaba en el suelo y me lo pisaba continuamente al moverme por el dolor y me dijo que no. Con este motivo cogió otra vara de ratán y dio otros 25 varazos. ¡¡¡En serio, el castigo era ya una agonía… ufff qué pecha de palos y qué dolor de culo!!!
Por fin paró, aunque en la lista quedaron dos cosas pendientes más, pero me dijo que me fuera de cara a la pared con los pantalones bajados y que me subiera bien la camiseta que me quería ver el culo. Mientras, ella se tumbó en la cama a mirarme y a descansar. Me empecé a tocar el culo y a mover, por lo que cogió un paquete de clínex y me ordenó que los sujetara con la nariz. En un principio le obedecí, pero después de un rato, me aburría estar ahí con la nariz pegada y empecé a protestar. Me dio un par de azotes con el cepillo para que me estuviera quieta y al rato me dijo que saliera del rincón.
Me dijo que me volviera a colocar en la cama con las manos apoyadas. Le dije que no, que ya me había castigado… y me dijo que ahora venía la segunda ronda, que de ésta me tenía que acordar. Me acordé de mi señora suegra en ese momento… joder, con lo que me dolía el culo, como para empezar otra vez y más que ya se había enfriado. Pues de nuevo, empezó todo exactamente igual. Lo tenía que volver a leer, cogió el mismo instrumento para cada falta, los mismos números de azotes, las reprimendas… todo exactamente igual, solo que a mí ya estaba a punto de salirme la lagrimilla de dolor de tantos palos.
Finalmente, los palos cesaron y me dijo que fuera a por la crema. Me pidió que me tumbara, mientras me la restregaba con mucho mimo en el trasero. Ufff, ese momento de relajación después de una buena azotaina… vale millones. Mientras estaba en mi mundo relajándome mientras me echaba la crema, le dije: “Jefa, te prohíbo que me vuelvas a pegar” mientras me reía y me dijo que lo volvería a hacer siempre que me portase mal… y le dije que no, que no me iba a dejar, a lo que me contestó: Vale, señorita, apunta eso que acabas de decir para futuros castigos. Le dije que no lo quería apuntar, que era de broma y ella, ya cabreada me dijo que lo apuntase otra vez. Tiré el móvil a la otra punta de la cama y le dije que no llegaba a cogerlo… No veas el cabreo que se pilló ahí, cogió el cepillo, se apoyó encima de mi espalda, mientras yo seguía tumbada en la cama boca abajo y me dijo: “A ver si te enteras de una vez que me tienes que obedecer y punto, que aquí mando yo y me debes un respeto, coño con la niñata ésta que me tiene harta ya”. Mientras me decía eso me pegó con el cepillo realmente muy fuerte, que junto con todo lo que me había dado ya, más con la crema recién echada que se quedaba pegada en el cepillo, dolía muchísisisisisisisisisisiisisisismo. Rápidamente me disculpé, ni se me ocurrió patalearle ni enfadarla más. Ahí sí que se me terminó ya todo el tonteo. Le pedí perdón otra vez (que siempre viene bien) y me abrazó.
Le pedí permiso para ir al baño y le dije que me quería quitar un poco de lubricación porque estaba chorreando y me prohibió quitármela. Después le dije que quería “hacer las paces” para que viera que ya me iba a portar bien y que quería sexo, así que cogió un palo largo, me lo puso por detrás de la espalda y me ató los brazos ahí y los pechos con una cuerda rosita, pusimos musiquita tierna de fondo y tuvimos sexo super salvaje. Al terminar la faena, me subí encima de ella para abrazarla y besarla y me dijo súper tierna: ¡Feliz San Valentín, cariño! Y, entre el cansancio, las corridas, los palos y lo romántica que soy se me cayeron las lágrimas. Me preguntó que por qué lloraba y le dije que era de felicidad. Me sentía realmente bien, amada, querida, relajada, tranquila, dolorida y con marcas. ¿Qué más podía pedir? Me dio un abrazo infinito y me estuvo dando muchos mimos.
Te amo, Jefa. No puedo prometerte que me voy a seguir portándome bien, aunque todavía me duela el culo en estos momentos mientras escribo esto.
Viste que las historias reales tiene eso de estar viendo lo que pasa en primera fila, muy intenso. Me gustó mucho, los motivos todos clarísimos todos justificados. Es que realmente es una santa tu jefa, aguantar esa provocación permanente. Muchas gracias por compartirlo
ResponderEliminarEse momento en el que dices algo pero te arrepientes al segundo después, así leí el relato después de cada provocación 🙈🤣 santa tu jefa. Totalmente. Está buenísimo también lo de las listas, anotar las cosas y así siempre todo queda saldado. Me encantó el relato y Vic tiene razón, las historias reales siempre tienen algo potente que mueve mucho más. Gracias por compartir!
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