Ir al contenido principal

Mily y Aly cap2: "Después de la calma, llegó la tormenta"

 Finalmente, habían acabado mis cinco días de tortura con esa dichosa dieta, y mi amiga vigilando que la siguiera al pie de la letra. Por fin, decidió ser buena conmigo y me compensaría con una noche de pelis y palomitas. Ya tenía todo listo en casa para su visita, excepto la cena (odio cocinar). Pediría una pizza para ella (ama la pizza), y yo comería una hamburguesa. Sonó el timbre; pensé que era la comida, pero era mi amiga. Le di la bienvenida, y justo detrás de ella llegó la comida que había pedido. Le pagué al repartidor, y Mily ya se encontraba sentada en el sofá, frente al televisor. Me miró con cara de pocos amigos.

Mily: ¿Pizza? ¿Es en serio?

Aly: Es para ti, sabes que no me gusta casi la pizza. Esta de aquí sí es para mí. (Le mostré la caja con la hamburguesa y las papitas y dejé todo en la mesa que estaba frente al sofá).

Mily: Muy graciosa, Aly. Te acabas de recuperar y ya estás con eso de nuevo. Pero ni creas que te voy a permitir que comas esas cosas.

Aly: Qué delicada vienes hoy. ¿Quién te hizo enojar tanto en tu día libre?

Mily: Tú, justo en este momento. (Me lo dijo en tono serio y se cruzó de brazos). Te he dicho muchas veces que cuides de ti, pero creo que necesitas un incentivo o motivación para hacerlo mejor.

Me tomó del brazo y me jaló hacia ella. Me tumbó sobre sus piernas, boca abajo. Me quedé paralizada; no sabía si estaba dormida o si eso realmente estaba pasando. Un millón de preguntas vinieron a mi cabeza en cuestión de segundos y entonces...

¡PLAS!... La primera nalgada cayó y eso me regresó al "aquí y ahora". Di un pequeño brinco de sorpresa.

Aly: Espera, Mily. ¿Qué haces? (Mi cara estaba toda roja, tenía mariposas en el estómago, y mi corazón latía a mil por hora).

Mily: Lo que debí hacer hace mucho tiempo.

Aly: Oye, pero es que no soy una niña.

¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!

Aly: ¡Ya, ya! ¡Para, ya entendí! (Realmente estaba muy nerviosa, no sabía bien lo que estaba pasando o mejor dicho, si sabía, pero no tenía idea de lo que ella estaba pensando, ni por qué lo hacía. No sabía si esto era algo bueno o malo, no solo para nuestra amistad, sino en general. Además, una relación de spanking no comienza así. Parecía más sacado de una de esas historias que tanto leía yo y me gustaban).

Mily: No, no has entendido aún, pero ya me encargaré de que aprendas bien la lección. A ver si así cuidas mejor tu alimentación. Llevo un par de años siendo tu amiga y eres muy descuidada, pero espero que con esto te quede un buen recordatorio de por qué debes cuidarte mejor.

¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!

Continuó castigándome sobre los jeans. Por fortuna, me habría dado mucha vergüenza que mi mejor amiga decidiera bajar alguna parte de mi ropa. Dejé de insistirle en que parara, ya que se veía muy decidida en hacer su trabajo. Después de unos tres minutos, quizá (no lo sé, pareció una eternidad), finalmente paró. Me pidió que me pusiera de pie y fuera a la ducha por mi cepillo de madera.

Aly: ¿De qué cepillo hablas? Yo no tengo nada así. (Luego recordé que ella había ido conmigo cuando lo compré; le había dicho que me hacía falta porque no alcanzaba a tallar mi espalda. No tengo idea de por qué le di esa explicación cuando, obviamente, para eso se hicieron los dichosos cepillos de ducha). Ah, ya me acordé, eso lo tiré.

Mily: ¿Quieres agregar mentir a la lista? Si voy por él y lo encuentro, ¿qué te hago?

Aly: No, no, ya voy, ya voy. Salí corriendo. (Susurré) No sé qué mosca te picó hoy, pero vienes de un humor.

Mily: Te escuché, mejor apresúrate y ni se te ocurra encerrarte en el baño o algo, porque te irá peor.

Jamás se me habría ocurrido encerrarme, pero lo tendré en cuenta para la próxima... ¿La próxima? ¿Pasaría de nuevo? ¿Sería algo de una sola vez? ¿Por qué ella había cambiado? Sacudí mi cabeza, esperando sacar todos esos pensamientos de mi mente y solo disfrutar el momento... si es que se le podía llamar así. Es como dicen, es algo que una spankee quiere, pero al mismo tiempo no. Es algo confuso de explicar. Regresé con el cepillo en la mano y puse mi mejor cara de arrepentimiento, pero no coló. Me pidió que se lo entregara y lo puso sobre el sofá, a un lado de ella.

Mily: Bien, necesito conversar seriamente contigo.

Aly: Sí, está bien. De verdad lamento haberte hecho molestar.

Mily: No me molestas. Me preocupo por ti, que es diferente. Lamento mucho tener que hacer esto, pero es por tu bien. Llevo mucho tiempo conociendo tus malas costumbres y creo que es momento de corregirlas antes de que escalen a un problema más serio. Sé que esto no te va a gustar, pero es parte de las consecuencias de tus actos. Estás en todo tu derecho de decirme que no quieres asumir las consecuencias y lo dejaré aquí. Aunque sepas que te lo has ganado. Entiendo que a lo mejor no esperabas que yo me preocupara y ocupara de ti de este modo, así que si me dices que no quieres, entenderé. Si quieres que continúe, dime: "Sé que me porté mal y me gané el castigo." Si quieres que pare, dime: "Hasta aquí lo dejamos." (Se hizo un pequeño silencio). ¿Aly? ¿Necesitas tiempo para pensarlo?

Aly: ¡No! Perdón, es que me tomas por sorpresa. Yo... sí, bueno... (Estaba toda roja de la cara y nerviosa). Sé que me porté mal y me gané el castigo.

Mily: Muy bien, entonces sabes lo que sigue. Tendremos otro tipo de conversación. Tú, yo y el hermoso cepillo que me entregaste. (Lo tomó en sus manos y se puso de pie). Por favor, baja tu pantalón y tu ropa interior y colócate sobre el brazo del sofá.

Aly: No, Mily, espera, eso no. Me vas a ver todo, me da mucha vergüenza.

Mily: Sabes bien que un buen castigo debe ir con las nalgas al aire. Además, vergüenza es la que debería darte el no cuidar tu alimentación. Te lo diré una última vez, si lo repito tres veces, le agregaré el cinturón a tu castigo. (Dirigió una de sus manos al cinturón que llevaba puesto y pareció querer quitarlo).

Aly: No, no, espera, me portaré bien, ya voy. (Me bajé rápido la ropa, un poco más abajo de donde terminan las nalgas y me coloqué sobre el brazo del sillón).

Mily: Muy bien, pero esto... (tomó mi pantalón y bragas y los bajó más)... va hasta las rodillas. (Mi corazón se aceleró aún más y me puse, sin más, roja de la cara). Bien, van a ser 50 azotes con el cepillo. Trata de mantener la posición y no meter las manos. Si metes las manos, tendré que agregar más azotes por eso. ¿Entendido?

Aly: Sí, profe. (Ella era profesora en la universidad y me pareció más factible decirle "profe" que "señora", ya que ella era un poco más joven que yo; tenía 30 y yo 32 años).

¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!Los primeros 10 no eran tan fuertes, pero poco a poco aumentaba la fuerza del impacto. Mientras me azotaba, me recordaba que recién me había recuperado y no era posible que tan pronto ya estuviera pidiendo comida chatarra. Luego de eso, hizo una pequeña pausa, unos 5 o 10 segundos, supongo que estaba revisando que todo estuviera bien, dentro de lo que cabe.

¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!Esta vez la fuerza aumentó de moderada a un poco fuerte, y durante esos 10 azotes, me preguntaba por qué me estaba castigando y me pedía que le contestara. Creo que le gustaba tratarme como a una niña o verme sufrir de la vergüenza. No tengo idea, pero de que ella lo disfruta, seguro que sí.

¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!A este punto, los azotes ya se sentían mucho más fuertes y comencé a moverme un poco. Como por el azote 34, se me ocurrió meter la mano.

Mily: Aly, ese no cuenta. (Me tomó de la mano para quitarla, luego puso su mano sobre mi cintura y me dio un azote en cada pierna, justo entre la línea donde terminan las nalgas y comienzan las piernas. El picor en esa zona era horrible; cuando sentí el primero, quise pararme, pero me tenía bien sujeta de la cintura). Te dije que nada de meter las manos. Ya casi terminamos, pero si vuelves a meter la mano, voy a comenzar de cero. ¿Entendido?

Aly: Sí, profe.¡PLAS! (Azotó la parte baja de mis nalgas más fuerte que las veces anteriores. Maldije por dentro. Parecía que lo hacía a propósito para que yo metiera la mano y comenzáramos de nuevo).

¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS! Mis nalgas, a este punto, ya estaban bastante rojas y me picaban mucho. No podía evitar moverme un poco, pero con algo de esfuerzo, evité meter las manos.

Mily: Debes... PLAS... alimentarte... PLAS... de comer... PLAS... más... PLAS... saludable... PLAS. (Enfatizó cada palabra con azotes fuertes y contundentes).

Los últimos cinco los dio más fuerte y con una pequeña pausa entre uno y otro, para que tuviera unos segundos para sentir cada azote, supongo.

¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!

Mily: No quiero volver a tener que castigarte por esto. Bien, nena, terminamos. ¿Te encuentras bien? Sé que no te gusta que te vean llorar, pero si necesitas hacerlo, hazlo. Aquí estoy. (Se acercó y me abrazó).

Aly: Estoy bien. (Le correspondí el abrazo). Disculpa por preocuparte tanto y por haberte hecho cuidarme y llevarme al médico.

Mily: Sobre eso, no tienes que disculparte, pero no sabes las ganas que tenía de castigarte ese día por terca y descuidada. Mira que hoy solo te estoy castigando por la hamburguesa, porque si fuera por lo de ese día, te aseguro que no te sentirías cómoda en varios días. Ya desde hace tiempo le tenía ganas a esas nalgas caprichosas y mal portadas. (Se rió).

Aly: (La empujé un poco en modo de juego) Cállate, tonta. ¿No ves que sí me dolió? (Le hice una cara de puchero).

Mily: ¿Quién te manda ser tan cabezota? La próxima, será mejor que vayas al médico, porque como me llegues enferma al trabajo, esta vez soy capaz de castigarte ahí mismo. En fin, eso sí, no creas que te voy a dejar comer esa hamburguesa. Vamos a revisar el refrigerador para preparar algo más saludable.

Aly: ¿Y si mejor no cenamos y solo vemos la película y comemos palomitas?

Mily: ¡¿En serio, Aly?! ¿Te acabo de castigar y ya quieres estar otra vez sobre mis rodillas?

Aly: No, espera, no es eso (dije nerviosa). Aún me duele y no puedo ni sentarme. Pero es que si revisas el refrigerador, te vas a enojar más.

Mily: ¿Y eso por qué?

Aly: Pues es que...

Mily: Anda, ya, dime o te llevo de la oreja para revisar.

Aly: No, no, eso no. No es nada malo, solo tengo refresco en el refrigerador.

Mily: ¿Es en serio? Eso no es posible. Debes tener algo más.

Aly: Sabes que no cocino, así que sí, es posible. Y lo de no cenar es porque a esta hora no encontraremos un restaurante de ensaladas ni nada así.

Mily: Pues vamos al súper, y de que vas a cenar, vas a cenar. De eso me encargo yo.

Finalmente, terminamos en el súper comprando frutas y verduras. Cenamos algo rico, preparado por ella. Definitivamente lo tomaré como una pequeña recompensa por dejarme poner el culo rojo sin previo aviso de que era spanker. Ahora tenía muchas preguntas: ¿Cómo ella sabía que me dejaría castigar? ¿Cómo estaba segura de que no me molestaría y saldría huyendo? ¿Por qué este cambio? ¿Realmente lee la mente?

Este era el inicio de muchos días así junto a la profesora más adorablemente estricta que había conocido. 

Comentarios