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Mily y Aly, capitulo 1: "¿Realidad o fantasía?"


Era un día como cualquier otro en el trabajo. Como siempre, llegué puntual, 15 minutos antes de mi hora de entrada. Para mí, la puntualidad es algo muy importante; así como no me gusta que me dejen esperando, tampoco me gusta hacer esperar a los demás. Ese día, por alguna razón, sentía algo extraño. Aún no había desayunado cuando mi jefa en la universidad entró a mi oficina y me preguntó si había traído desayuno. Por lo general, siempre pedía algo de desayunar en el trabajo, ya que nos daban tiempo para hacerlo. Le contesté que ya había pedido algo y no tardaba en llegar.

Mily: Qué lástima, yo quería invitarte de mi comida, además no está bien que todo el tiempo pidas comida de la calle. Pero bueno, nunca me haces caso. En fin, me avisas cuando estés lista para desayunar juntas.

Aly: Claro, Mily, espera, no te vayas. Me suena el teléfono, creo que va a ser mi comida. Si es, nos vemos en el comedor.

Ya en el comedor...

Aly: ¡Qué rico huele! ¿Son hotcakes? Si hubiera sabido que me traías algo tan rico, no hubiera pedido almuerzo. Pero no lo vi venir, tú siempre comes muy saludable.

Mily: Bueno, esta vez los traje porque sé que te gustan, y como nunca traes comida, pensé que te alcanzaría a tiempo antes de que lo pidieras. Pero si gustas, puedes comer los que te traje.

Aly: ¿De verdad?

Mily: Claro, son tuyos.

Aly: Gracias, eres la mejor jefa del mundo, siempre te preocupas por mí.

Después de un rato, mientras comíamos y platicábamos, y después de acabarme los hotcakes, comencé a comer lo que me había pedido a domicilio. De repente, Mily me dio un manazo.

Mily: ¡Quieta! ¿Qué crees que haces? No deberías comer de más, te hará daño.

Aly: No seas exagerada, los hotcakes son solo un postre. Debo desayunar bien, aparte, la tarde será muy ocupada y no podré salir a comer.

Mily: Si fueran un postre, no deberías comerlos primero y solo debió ser uno, no tres. (Me miró con una mirada de desaprobación) ¿Y qué es eso de que no saldrás a comer? No puedes saltarte las comidas. El horario de comida es para comer.

Aly: Bueno, jefa, lamento informarle que el trabajo es primero y es una reunión que no puedo aplazar.

Mily: No me vengas con esas, que soy tu jefa y yo nunca te pongo nada en esas horas, siempre respeto tus horarios de alimentación porque sabes que no me gusta que te malpases.

Aly: Bueno, no tenía un espacio para agendar al alumno, y es algo importante que no puedo posponer. Lo agendé yo en mi comida. Es mi horario y en mi comida yo decido qué hago y punto, no lo voy a discutir más.

Mily: Bonita forma de hablarle a tu jefa. Te aprovechas que soy tu amiga, pero mira, si por mí fuera...

(La interrumpí)

Aly: Mily, eres mi jefa inmediata, pero sabes que el director manda y dice que hay que dar prioridad a los alumnos. Además, no pasa nada por una vez que me salte la comida, no es para tanto.

Mily: Mmmm, una vez aquí, otras veces en tu consultorio y otras tantas en tu casa, como si no te conociera. Deberías cuidarte mejor, pero no diré más por hoy, porque ya se acabó el horario de desayuno y tenemos trabajo. Así que pon tu comida en el refrigerador y más tarde te lo comes sin excusas. Antes de ver al alumno, te haces espacio.

La mañana se había pasado volando. Me llamó a su oficina para comer juntas. Le dije que no tenía hambre (no me había estado sintiendo bien desde la mañana, o quizá desde anoche, no lo sé).

Mily: Mmm, te dije que no quería excusas y ya te liberé la agenda para que comieras antes. No me digas que vas a hacer un berrinche como niña chiquita. Si es así, te voy a tener que tratar como una niña y poner sobre mis rodillas. (Dijo en tono de broma, o eso creía yo; la verdad, me sentía bastante mal y no estaba segura de lo que estaba pasando). Oye, te ves algo pálida. Lo de las rodillas no es para tanto, solo estaba bromeando.

Aly: No es eso. En otro momento me causaría... (vergüenza, pensé, me habría puesto roja como un tomate y me habría emocionado porque, en el fondo, había algo en mi amiga que me hacía verla como 'spanker', pero era un tema del cual jamás le había platicado). No importa, de verdad que me siento mal. (Se acercó  un poco y, por instinto, me muevo hacia atrás).

Mily: Solo quería ver si tienes fiebre. Te ves mal, estás sudando.

Aly: Me duele el estómago.

Mily: ¿Qué comiste anoche? ¿Quieres ir a tu casa? Quizá deberías ir al médico.

Aly: No, no, nada de eso, estoy bien. Solo me siento mal del estómago, desde que desperté creo que me sentía rara.

Mily: ¿Cómo que 'creo'? ¿Me sentía rara?, eso no ayuda mucho. En serio, a veces te comportas como una niña. Si estabas mal del estómago, debiste comer algo más ligero y debiste ir al médico. Y todavía te querías comer el otro desayuno. ¿Segura que es el estómago?

Aly: Sí, pero es que te dije que me sentía rara. No sabía que estaba enferma del estómago en la mañana.

Mily: ¿Cómo no sabías? Mmmm, Aly, ¿aquí hay algo que no me estás diciendo?

Aly: ¡No, mamá! (Le dije en tono de juego mientras intentaba sonreír un poco). No seas tan preocupona, solo necesito un poco de aire, saldré a tomar un poco.

Mily: Si necesitas descansar, puedes recostarte en el sofá de la oficina. Quizá sería mejor que te fueras a casa o al médico. Y nada de 'no, mamá', que si fuera tu mamá no la cuentas. (Me sonríe, aunque se ve preocupada).

No sé si era yo, si ella hablaba en serio, si veía señales que no eran (como a veces, muchas veces, diría que me pasaba). Seguro estoy alucinando por la fiebre. ¿Fiebre? Ahora soy yo la que está exagerando. Jaja. Tomé un poco de aire en el balcón de mi oficina, pero no me sentó nada bien, así que volví a entrar y me recosté un poco en mi oficina. Me recuperé poco a poco. Faltaba poco tiempo para que el chico llegara, y un poco más para salir del trabajo. Pude atender al estudiante con dificultad, pero bien logrado. Unos minutos antes de salir, fui a la oficina de mi amiga y me despedí.

Mily: ¿Segura que te sientes mejor? ¿No quieres que te lleve al médico?

Aly: Tienes razón, no quiero que me lleves al médico. (Me reí y le saqué la lengua a forma de juego). Ves, estoy mejor, ya hasta vuelvo a decir chistes malos y todo.

Mily: Yo no le veo la gracia. (Me miró con los brazos cruzados y su cara más seria del mundo).

Aly: Por eso es un chiste malo. Nos vemos mañana, que termines pronto el trabajo. (Salí a la parada del autobús, llegué ahí con dificultad y, antes de subirme, me dieron náuseas, así que me quedé mejor en la parada esperando que se me pasara. Pero no pasó, todo lo contrario: vomité. En ese momento, mi amiga iba pasando en su coche, se dio cuenta, se estacionó cerca de mí y bajó rápidamente del coche).

Mily: ¿Estás bien? ¿Qué pasó? (Me ayudó a sentarme). No que estabas mejor. Te ayudaré a subir a mi coche y te llevaré a tu casa. (No me dio tiempo de responder que no era necesario). Ah, no, ni se te ocurra. No quiero excusas, te llevaré a casa y punto.

Me dejó en casa, quería quedarse a cuidarme, pero no la dejé. Me pidió mi teléfono para revisar mi agenda y avisar a mis pacientes que hoy se suspenderían las terapias (Mily y yo somos psicólogas y ambas trabajamos en una universidad por las mañanas, y por las tardes cada una atiende pacientes en su propio consultorio. Manejamos diferentes enfoques psicológicos. Ella es gestaltista, debe ser por eso que es un amor de persona). Me conocía tan bien que sabía en qué momento iba a ir a ver a mis pacientes, así que se aseguró de que no pasara. En cuanto le di mi teléfono desbloqueado, pude ver una leve sonrisa. Supongo que estaba feliz de no dejarme salir con la mía (pronto descubriría que ese no fue el movimiento, y que fui poco precavida). Finalmente, me devolvió mi celular después de un buen rato y me pidió que, cuando estuviera un poco mejor, fuera al médico. Pasé una mala tarde y noche, casi no dormí, pero al día siguiente me presenté a trabajar porque, según yo, estaría mejor. Solo tendría que evitar comer para no devolverlo.

Mily: ¿Ya te encuentras mejor? ¿Qué dijo el médico? ¿Por qué veniste a trabajar? Te ves cansada, debiste quedarte en casa a descansar. ¿Te dieron algún medicamento? Seguramente te dijeron que debes desayunar ligero.

Aly: Mily, tranqui, estoy bien. Todo el mundo se enferma, ya pasó, qué intensa eres, y vine a trabajar porque es necesario y para que no me extrañes tanto. (Le sonreí).

Mily: No me contestaste ninguna de mis preguntas.

Aly: Es que son demasiadas, y ni tiempo das a responder. Jajaja. Anda, ya a tu oficina a trabajar.

Mily: Oye, ¿desde cuándo los patos le tiran a las escopetas? Aquí la jefa soy yo. Y vamos a desayunar primero. Te daré de mis alimentos, no quiero que sigas comiendo cosas que te hagan daño. Además, seguramente estás delicada.

Mi estómago aún dolía, no quería comer, pero ella se quedaba viéndome fijamente, esperando que comiera las verduras, como si yo fuera una niña que necesitara ser vigilada. Me ponía algo nerviosa.

Mily: ¿Por qué no comes? (Me sonrió). ¿Será que no fuiste al médico y aún estás enferma?

Amaba y odiaba esa habilidad suya para leerme por completo.

Aly: Es que yo...

Mily: ¿Es que tú? Creíste que me ibas a engañar, vamos a mi coche ahora y no quiero 'peros'. Te voy a llevar al médico. Y no acepto un no por respuesta.

Aly: ¿Eso fue una orden?

Mily: Sí, sí lo es, y no de tu jefa, sino de tu amiga que se preocupa. Y donde vea que te quieras safar de esto, te llevo de la oreja, y nada de 'no soy una niña', porque te has comportado como una y, si pudiera, ya te tendría sobre mis rodillas dándote un par de nalgadas, señorita.

Me puse roja como un tomate. Mi estómago, que ahora pasaba de sentirse enfermo, a sentir mariposas en el estómago... ¿cómo rayos esta mujer podía hacerme sentir algo así en un momento como este? Y ¿qué pasó con mi amiga gestaltista que no cree en el condicionamiento clásico? ¿Ahora resultaba que me hablaba de darme nalgadas? ¿Me habré quedado dormida en casa y nada de esto está pasando? De repente me alejé de mis pensamientos al sentir cómo me llevaba de la mano hasta su coche.

Venía regañándome por no cuidarme, no puse mucha atención, solo recuerdo que me dijo: "Es la universidad, Aly, los alumnos entenderán que no puedes atenderlos si estás indispuesta y pueden esperar uno o dos días, o lo que sea necesario para que te recuperes. Después de llevarte al médico, te llevaré a tu casa para que puedas descansar. Y no quiero más excusas. Y más te vale que sigas todas las instrucciones del doctor o tú y yo tendremos otro tipo de conversación." Me volví a poner roja como un tomate y me removí nerviosa en el asiento.

Al final, el médico dijo que era una infección estomacal, me mandó dieta y medicamentos por cinco días. Y durante esos cinco días, Mily no dejaba de observarme en el trabajo y de cuidar lo que comía. Era agradable e incómodo al mismo tiempo. Es lindo que alguien se preocupe por ti, pero mi cabeza seguía preguntándose qué era todo eso que había dicho y lo que estaba haciendo. ¿Acaso era spanker y yo finalmente había tocado esa venita que las activa? Supongo que en algún momento lo averiguaré. No quiero arruinar la amistad, ni el trabajo juntas, pero si no me arriesgo a preguntar, mi mente seguirá dando vueltas.

Continuará...

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