Ir al contenido principal

Un grupo de spanking

No hay grupos así.

Hace rato que quiero contar cómo es exactamente un encuentro de spanking y lo estoy postergando hace meses. Y no lo quiero hacer tanto para la imaginación (o la masturbación, el típico “qué me harías”) sino para compartir cómo es para algunas de nosotras el encuentro ideal y plantear qué cosas no tienen nada que ver con esto, aunque te gusten. Y delimitar nuestra práctica.

Es lo que nos interesa. Y dirán ¿por qué lo que a ustedes les interesa? Porque para eso hicimos un grupo. También porque no hay espacios así, porque los grupos que hay son de muchas cosas, que no tienen nada de malo en sí pero tampoco tienen nada que ver.

Entonces hay una razón para hacer un grupo de spanking y hablar de qué se trata y es: porque es necesario tener un espacio seguro. Y para que sea seguro debe respetar nuestra fantasía al pie de la letra, no intentar iluminarnos para incluir otras cosas, solo porque sí.

El mejor spanker que conocí (hace 25 años) ayer me dijo algo así sobre por qué funcionan nuestros espacios: “las mujeres rara vez dicen lo que quieren”. Esto es cierto y tiene un trasfondo mucho más profundo. Somos coaccionadas a decir lo que quieren escuchar. Con esto tiene que ver esa idea de que las mujeres decimos una cosa y pensamos otra. Intentar decir lo correcto, encajar en tal o cual rol que se espera de nosotras. Y en esto no me voy a explayar, aunque tendría mucho para decir, porque no es el tema de este blog.

En cambio, voy a decirles esto: chicas, nunca se conformen con menos y nunca acepten una fantasía que no tiene nada que ver con lo que buscan. Ni un rol que no les queda. Ni una práctica que las incomode.

Volviendo a lo de espacio seguro entonces se nos ocurrió esta idea: crear un espacio para hablar y practicar spanking. Por eso creamos este grupo (en una plataforma como Facebook, que está tan outdated, lo sabemos) pero que de alguna manera nos sirve. Al menos por ahora.

Y en cierta medida lo logramos, quién lo hubiera creído. Para algunas, al menos. ¿Es un espacio donde se cruzan otros kinks y otras fantasías? Puede ser, pero hasta ahí nomás, porque obviamente a veces las traemos, y las encarnamos también. Pero vamos a poner una línea de defensa para cuidar el tema y la identidad de nuestro grupo.

Porque la idea, la idea profunda detrás de todo esto (del tiempo en el chat, de las reglas, los juegos, los encuentros, etc.) es que volvamos a pensar en el spanking como una escena propia con roles, instrumentos y dinámicas propios. Así que si tu fantasía es esta: que te castiguen por portarte mal, poniéndote sobre las rodillas y dejándote el culo rojo: este es tu lugar. No es un paso previo para otras prácticas. No es solo una de las cosas que se pueden hacer dentro de una lista de prácticas y fetiches. 

Y no es nada sencillo, es emocionalmente complejo. Por eso abrimos la discusión. Buscanos, 

Comentarios

  1. me encanta!!!! y la verdad es muy cierto , creo que la mayoría de los grupos no cuentan con esa magia, desde que estoy con ustedes me siento diferente ,puedo soltar mi escencia sin perjuicios, se que puedo ser la niña latosa que hace maldades y convivir con chicas con gustos afines...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Magdalena!! No sabés cómo me alegra leer tu comentario, si el espacio sirve para sentirse libre ya está. También me alegra mucho haberte conocido a vos y a muchas otras chicas

      Eliminar
  2. No sé porque no comenté está entrada antes. Pero lo hago ahora. Y lo hago por qué definitivamente esto es algo que hubiese dado todo por leer cuando recién estaba buscando a dónde pertenecía o mejor dicho, quién era. Quién soy. Me encanta haberlas encontrado, me encanta poder sentirme spanko en un espacio seguro como es nuestro grupo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es difícil, si lo sabremos, y hay que sostenerlo. Pero de a poco se va armando

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Mily y Aly cap2: "Después de la calma, llegó la tormenta"

 Finalmente, habían acabado mis cinco días de tortura con esa dichosa dieta, y mi amiga vigilando que la siguiera al pie de la letra. Por fin, decidió ser buena conmigo y me compensaría con una noche de pelis y palomitas. Ya tenía todo listo en casa para su visita, excepto la cena (odio cocinar). Pediría una pizza para ella (ama la pizza), y yo comería una hamburguesa. Sonó el timbre; pensé que era la comida, pero era mi amiga. Le di la bienvenida, y justo detrás de ella llegó la comida que había pedido. Le pagué al repartidor, y Mily ya se encontraba sentada en el sofá, frente al televisor. Me miró con cara de pocos amigos. Mily: ¿Pizza? ¿Es en serio? Aly: Es para ti, sabes que no me gusta casi la pizza. Esta de aquí sí es para mí. (Le mostré la caja con la hamburguesa y las papitas y dejé todo en la mesa que estaba frente al sofá). Mily: Muy graciosa, Aly. Te acabas de recuperar y ya estás con eso de nuevo. Pero ni creas que te voy a permitir que comas esas cosas. Aly: Qué delica...

Una sorpresa inesperada

Había estado teniendo unos meses medio complicados entre el trabajo y algunos inconvenientes de salud. Debido a esos problemas de salud tenía una dieta estricta y estaba tomando medicamentos pero era muy cansado vivir de esa manera yo estaba acostumbrada a consentirme comprando cosas para mí, pero a diferencia de las demás mujeres yo no compraba ropa, zapatos o bolsos o esas trivialidades. Me gustaba consentirte como se consiente a una niña pequeña comiendo helado, pasteles, papitas y todas esas cosas que por desgracia mi doctora me prohibió así que como dije era un fastidio. Y para colmo soy una persona muy indiciplinada en cuanto a mi cuidado personal se refiere, además de ser spankee, si sabes lo que significa está palabra sabrás lo complicado que es ser yo en un mundo de adulto independiente y responsable pero bueno, dicen p or ahí que siempre hay una spanker dispuesta a enderezar nuestro camino y ahí se encontraba mi amiga Amy. Ya tenía algún tiempo de haberla conocido por faceboo...

Un castigo como ningún otro

El día había llegado y a mí me tocaba recibir mi castigo por (para variar) no estudiar y estar de vaga. El procedimiento ya me lo conocía: llegar a la casa de Kevin (quien en ese entonces ya era mi exnovio), llamar a Rebe, abrir la llamada, aceptar el regaño y empezar con el castigo. Debo admitir que me causaba cosquillas en el estómago; dolía, y mucho, pero no era como unas nalgadas en persona. Era raro: algo entre miedo, nervios y emoción, todo al mismo tiempo. Como cualquier otro día, me acosté en la cama, abrí mi laptop y empecé la conversación con ese gracioso “holi”, como si no estuviera preocupada por lo que venía. Solo que, dentro de unos minutos, mis nalgas recibirían su merecido castigo —merecido según Rebe, claro—. “¿Nerviosa?” apareció en la casilla de mensajes, y bueno… ¿Quién no lo estaría en un momento así? Supongo que la Patricia que todos conocemos no estaría para nada nerviosa en un momento así pero yo sí sentía esa mezcla de nerviosismo, entusiasmo y terror que solo ...