Ir al contenido principal

Pedir el castigo

 La idea era publicar temas de discusión donde todos pongamos opiniones. Este tema en particular surgió de un intercambio con una spankee, intercambios que me encantan porque me dan la posibilidad de pensar y darle una vuelta a ciertas cosas que hace años para mi estaban clarísimas pero que desde el rol de top ya no veo tan blanco/negro.

Este tema tan controvertido, de pedir el castigo, surgió de un dispositivo muy interesante (precisamente de un relato de la spankee en cuestión) que es una “libreta de faltas” que debe llevar la spankee. Y nos preguntamos varias cosas, desde cuán confiable sería esa libreta de faltas hasta qué tan posible sería llevar la libreta en una interacción real. Porque parece una genialidad que tengan que anotarlo ellas en lugar de anotarlo yo misma, sobre todo para ciertas personas que se portan muy mal y no lo aceptan. O lo olvidan convenientemente. Pero, ¿funciona en la práctica?

De este tema surge otro, que es el de “pedir el castigo”. Que a veces es voluntario y a veces no tanto. A veces el top es el que indica que el castigo debe ser solicitado.

El propósito de que la spankee tenga que llevar una libreta, o pedir el castigo, es ponerla en una situación incómoda. Es, literalmente, parte del castigo. Porque es algo difícil de hacer para cualquiera, para algunas directamente imposible. Para otras, no me meto con los morbos particulares, podría ser placentero, pero creo que serían las menos. La mayoría sentiría hasta malestar por tener que anotar sus propias faltas. Y, como me señalaba ella, “ya que estoy cediendo el control que eso incluya la parte de evaluar el cumplimiento o no de reglas y de registrar las faltas”. Es un buen argumento, lo acepto. Aunque puede ser que algún otro spanker, o yo misma en otra circunstancia, decida que no y que la spankee tenga que anotar sus faltas.

Otro punto (que también podría generar controversia, pero es mi opinión) es que con los años descubrí que los hombres piden más que las mujeres, y suelen ser insistentes con sus pedidos. Directamente te “piden” que los castigues. Ayer o anteayer vi en instagram una foto de una señora muy bien vestida y una frase que decía algo así: “when we get home you will ask me to cane you boy”. Algo así, no me acuerdo exactamente y no la pude volver a encontrar. No que le traiga la vara, que eso sí me parece que funciona más para todos. Sino cuando lleguemos a casa me lo vas a pedir.

Pedir es excitante y humillante a la vez, no hay ninguna duda. Sobre todo si cuesta muchísimo hacerlo. Por último, me gustaría agregar en este punto otra versión de este pedir, a todas las que “piden” a sus parejas vainilla que las pongan sobre las rodillas y las castiguen como se merecen. Y en ese caso es una propuesta válida, hay que dar ese paso. Se requiere una gran valentía para enfrentarse al deseo, más allá del resultado. 

Comentarios

  1. Pedir el castigo, interesante punto de vista. Creo que sí... forma parte de la fantasía para algunas. Cómo Top me genera morbo el avergonzar un poco a la otra persona.... entonces si sé que es algo que le daría mucha vergüenza pedir, si lo veo como un recurso válido. Ahora para mí también es válido que la spankee lo pida porque lo necesita. Aunque quizá no forme parte de la fantasía de ninguna de las dos....

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Repitiendo errores...

Después del intenso castigo del lunes, pensaba que podría descansar… pero no. El martes tuve que ayudar a mi sobrina con su evento de primavera y, claro, me puse a hacer un sombrero de manualidades. Todo muy inocente, ¿verdad? Solo quería que quedara lindo. “Sí, inocente… hasta que alguien se da cuenta de que no estoy estudiando” , pensé mientras recortaba papel y pegaba brillantina. El problema fue que, creyendo que no había hecho nada malo, le envié la foto del sombrero a Rebe. Sí… a Rebe. Y su respuesta no fue un lindo “¡Uy, te quedó hermoso!” que esperaba. Lo tomó como una falta de sentido común, de obediencia, y una prueba de que no estaba cumpliendo con lo que me había dicho: estudiar para mi examen del miércoles. “Ups… creo que me voy a arrepentir de esto” , me dije, pero ya era demasiado tarde. Cuando llegó el miércoles, pasó lo inevitable: suspendí el examen. Y eso a Rebe solo le hizo darse cuenta de que el castigo del lunes había sido demasiado blando. —¿Cuándo puedes ir a lo...

¿Un cambio de chip? Un cambio de nalgas....

Era una linda tarde cuando me llegó un mensaje que a toda spankee le gustaba recibir: —Estás castigada. Sí, admítelo, amabas ese mensaje, ¿no? Enseguida agregó que no podía jugar videojuegos y que debía irme a la cama a las 23:30 hasta la semana siguiente; además, la idea era que aprovechara para descansar porque estaba resfriada y para estudiar la cantidad de cosas que tenía por entregar en las próximas semanas: trabajos, presentaciones, exámenes, etc. Como si una no tuviera nada mejor que hacer con su vida, ¿no? ¿¡Cuándo dormía la siesta?! Nada, me calmé, pensé en matemáticas, reflexioné, puse mi corazón sobre la mesa y escribí: —Está bien, no diré nada porque sé que me lo merezco —dije, orgullosa de mí misma. —¿Qué quieres decir? ¿Las otras veces no te lo merecías? —espetó Rebe como un balde de agua fría. Una queriendo mostrarse arrepentida y buena, y esas señoras te salían con esto… Insólito. Pero se preguntarán qué había hecho para estar castigada… bueno, les cuento. La historia c...

Mily y Aly cap2: "Después de la calma, llegó la tormenta"

 Finalmente, habían acabado mis cinco días de tortura con esa dichosa dieta, y mi amiga vigilando que la siguiera al pie de la letra. Por fin, decidió ser buena conmigo y me compensaría con una noche de pelis y palomitas. Ya tenía todo listo en casa para su visita, excepto la cena (odio cocinar). Pediría una pizza para ella (ama la pizza), y yo comería una hamburguesa. Sonó el timbre; pensé que era la comida, pero era mi amiga. Le di la bienvenida, y justo detrás de ella llegó la comida que había pedido. Le pagué al repartidor, y Mily ya se encontraba sentada en el sofá, frente al televisor. Me miró con cara de pocos amigos. Mily: ¿Pizza? ¿Es en serio? Aly: Es para ti, sabes que no me gusta casi la pizza. Esta de aquí sí es para mí. (Le mostré la caja con la hamburguesa y las papitas y dejé todo en la mesa que estaba frente al sofá). Mily: Muy graciosa, Aly. Te acabas de recuperar y ya estás con eso de nuevo. Pero ni creas que te voy a permitir que comas esas cosas. Aly: Qué delica...