Ir al contenido principal

Retos - Parte 2

 El sonido de las copas estrellándose contra el suelo fue lo primero que Amanda oyó al ingresar al departamento. Traía las manos ocupadas con las compras que acababa de hacer, era un sábado tranquilo o al menos así había empezado. Dejo las bolsas encima de la mesa del comedor y fue a ver qué pasaba en el interior de su cocina.

- Amor, ¿todo bien?

- ¡No pases! Hay vidrio por todos lados.

- Bueno déjame te ayudó y cuidado con ese tonito… -señalo mientras bordeaba el pequeño desastre e iba por la escoba y recogedor.

- Lo siento…. Por las copas…. – susurro Laura intentando cambiar el tono de la conversación.

- No pasa nada, son solo eso… copas… - dijo Amanda quitándole importancia al asunto, sin embargo, mientras comenzaba con la tarea de recoger los pedacitos de vidrios del suelo no pudo evitar reparar en que habían más que solo tres copas estrelladas y que habían aún más encima de la encimera de la cocina- ¿Porque están todas las copas fuera?

- Salieron a dar una … ¿Vuelta?

- Laura…. – cuestionó Amanda con ese tono de voz que ambas sabían usualmente no significaba nada bueno.

- Vamos a tener visitas

- De una sola persona, tres en total con nosotras… no una docena. Párate en la otra esquina mientras recojo allá también por favor – señalo Amanda aún concentrada en su tarea.

- Fue un accidente.

- Uhmm….

- ¡Fue un accidente! -exclamo Laura levantando la voz

- Cuidado con esa actitud y no me hagas repetirlo. Y sé que fue un accidente, nunca dije lo contrario. Eso no explica que hacen todas las copas fuera.

- Ya no importa – dijo con ligera irritación Laura mientras se retiraba de la cocina y se escuchaba como comenzaba a sacar las compras de las bolsas.

Había sido una semana algo ocupada para Amanda y era cierto que habían tenido poco tiempo para compartir entre ambas, sin embargo, el sexto sentido de Amanda le decía que había algo más cocinándose detrás de toda la actitud y que al menos que Laura decidiera retroceder acabaría quemándose.

Amanda dio un largo suspiro, una tarde tranquila de piqueos y conversación era lo que tenía en mente, pero quizá no era lo que ambas chicas necesitaban. Samanta, la amiga invitada en cuestión y además con la que también tenía una dinámica de disciplina, había estado comportándose muy cerca de cruzar la línea durante toda la semana, sin pasarla. Y ahora que ponía algunas cosas en cuenta, a Laura le había dejado pasar más de una cosa durante el transcurso de la semana, pequeñas… que por si solas no sumaban un motivo. Amanda decidió que la próxima pregunta decidiría el destino de la tarde y se acercó hasta la mesa donde Laura estaba sacando las compras como si estas le hubiesen hecho un daño irreparable.

- ¿Estás bien hermosa?

- No importa -dijo mientras desquitaba su enojo con una pobre caja de leche.

- A mi claro que me importa… ¿Esto es por las cop-..

- ¡A mi no me importan las copas! – grito Laura.

- Te lo advertí – amenazó Amanda mientras la cogía suave pero firmemente del brazo en dirección al sillón.

- ¡No!

- Ah pero claro que sí – señaló mientras se sentaba ella primero en el sofá para después guiar a su novia sobre sus rodillas- en un momento vamos a hablar acerca de que ocurre contigo el día de hoy pero primero vamos a bajarle dos líneas a esa actitud tuya.

El castigo comenzó sobre los leggins, que poca protección otorgaban a la castigada. Y por un momento lo único que se escuchó fue el sonido de la palma de Amanda impactando sobre la cola de Laura. Amanda sabía muy bien lo que Laura necesitaba en estos momentos, un castigo largo, pero tan largo que no le quedará dudas de que tenía toda su atención. Así que se tomó su tiempo en aplicar las nalgadas con la ropa aún puesta y a pesar de que su mano comenzaba a picarle de forma curiosa no se detuvo, al menos no hasta que Laura comenzó a mostrar signos de evidentes molestias.

- Entonces … levanta las caderas por favor -indico Amanda a la par que colocaba ambas manos en la pretina de los leggins, a lo cual Laura obedeció no sin antes dejar escapar un resoplido de evidente frustración - ¿Porqué te estás portando tan mal hoy?

Y de todas las preguntas posibles, las que Laura estaba intentando pensar mientras recibía el castigo sobre las rodillas de su novia, esa exactamente no era una de ellas. Un nuevo gruñido, de vergüenza está vez, se le escapó. Amanda aprovecho la oportunidad para bajar de un tirón los pantalones hasta las rodillas y sin perder el tiempo reanudó su trabajo está vez con la aún menos protección de solo la ropa interior.

- Me parece que un resoplido no es una respuesta apropiada en estás circunstancias, señorita.

- ¡No!

- ¿No? …. Parece ser que estamos, además, con problemas de memoria. – comentó con ironía Amanda mientras concentraba toda su atención en la unión entre las piernas y la cola.

- ¡ No, señora!

- Estaba segura de que lo recordabas, ahora…. – continúo Amanda mientras aumentaba definitivamente el ritmo de las nalgadas – No quiero hablar porqué se te cayeron las copas, eso fue un accidente obviamente. Mi pregunta es porque la actitud cuándo te pregunté al respecto. Y a menos que estés esperando que Samanta nos encuentre cuando estamos aún respondiendo está duda tan importante, te aconsejaría que te apures en brindarme una respuesta satisfactoria.

- ¡Es su culpa! – exclamó Laura sin poder quedarse quieta.

- Espera…. – Amanda se detuvo un momento, lo cual Laura agradeció momentáneamente por dentro – ¿Cómo?…o Mejor…. ¿Porqué esto es culpa de Samanta?

- No sé…. -dijo tímidamente Laura.

- Si tengo que preguntar otra vez…..

- Está bien … está bien…. Vamos a calmarnos…. – Laura respiro hondamente antes de responder- Samanta me reto a hacerlo …

- Amor, no estoy comprendiendo del todo….

- ¡ves! ¡No te importa, no te importó durante toda la semana! Que más da, además ya perdí.

- ¿Qué perdiste? – Y entonces Amanda sospechó que el comportamiento de ambas durante toda la semana había tenido aparentemente el mismo origen.

- ¡Que importa!

- Bueno señorita -reanudo Amanda la conversación sin palabras- Quizá está semana te haya dado la falsa impresión que no me importa lo que sea que hayan estado haciendo entre las dos, pero definitivamente si me importa y ahora mismo voy a probártelo. De pie.

- Bueno está bien… si te importa. – se apresuró a afirmar Laura, adivinando un poco las intenciones de su novia.

- Y ahora lo vas a comprobar.

- ¡No hace falta!

- Claro que sí, me moriría de pensar que piensas lo opuesto. Tráeme el cepillo por favor.

Laura hizo un pequeño ademán de contestar, pero una sola mirada basto para hacerla dar media vuelta y mientras se retiraba los leggins avanzaba camino a su habitación. Dejo sus pantalones sobre la cama y allí, encima de la mesita de noche, estaba el cepillo que solían usar para estás “charlas”. A simple vista cualquiera pensaría que era un cepillo común y corriente pero la mano, o culo, experto podía sin dudas notar el grosor, la calidad de la madera y el definitivo picor que debía de generar aplicado con severidad.

Laura cogió el cepillo y lo llevo consigo devuelta hasta donde se encontraba Amanda.

- ¿Porqué esto es culpa de Samanta? – volvió a preguntar Amanda mientras aceptaba el cepillo y lo depositaba a un costado en el sofá.

- Porqué ella me retó a hacerlo….

- Ok, eso lo entendí y ¿Por qué aceptaste?

- Porque …. – las palabras se le atascaron a Laura en la punta de la lengua y sus mejillas se tiñeron de rojo, aceptar su responsabilidad nunca había sido de sus actividades favoritas.

- Vamos a ver si puedo ayudarte – dijo Amanda mientras volvía a guiarla una vez más sobre sus rodillas, decidió que había sido suficiente calentamiento y de un tirón le bajó los calzones. Entonces cogiendo el cepillo con firmeza en su mano derecha comenzó a aplicarlo con ritmo, primero lento y espaciado.

- ¡Duele! – exclamó Laura al sentir el primero de los azotes.

- ¡Cuento con eso! – exclamó Amanda a la par que comenzaba a aumentar el ritmo de los azotes, dejando cada vez menos tiempo entre uno y otro.

- ¡Auch! Ya no.. porfisssss…

- ¿Por qué aceptaste? – volvió a preguntar una vez más Amanda sin detenerse.

- ¡Porqueestabamoshaciendoretosdurantetodalasemanayeramiretodeldíadehoy!. – respondió Laura tan rápido que para cualquier otro oído posiblemente hubiese sido incomprensible. Amanda detuvo el cepillo.

- Déjame entender… entonces durante toda la semana han jugado con “retos” … y exactamente ¿Cuál era el tuyo el día de hoy? … ¿Romper las copas?

- Esconderlas…. Que se rompieran si fue un accidente -confeso Laura, intentando recuperar el aire.

- ¿Y cuál es el reto de Samanta? – preguntó Amanda, cada vez con algo más de claridad acerca de la situación de hoy.

Laura se lo pensó un segundo, el suficiente para que cuatro azotes cayeran sobre sus ya muy adoloridas nalgas.

- ¡Llegar diez minutos tarde! – contestó no sin lamentar el estar vendiendo a su amiga.

Amanda medito medio segundo la situación. Definitivamente no sería justo que solo Laura fuese castigada, ambas habían estado provocando está situación durante toda la semana. Le dio una mirada rápida al reloj de pared que estaba colgado cerca suyo. Veinte minutos faltaban para la hora en que habían quedado las tres, tiempo suficiente para terminar esta parte del castigo.

- Bueno amor, espero se hayan divertido las dos lo suficiente porque lo que sigue me parece no va a ser tan divertido.

- ¡Ya confesé!

- Ciertamente y ahora es hora de rendir cuentas -Amanda la aseguró en posición a Laura por la cintura con una mano y con la otra levantó el cepillo para dejarlo caer repetidamente sobre la cola, ahora desnuda, de Laura. Reanudando así el castigo hasta que ambas nalgas estuvieran de igual color rojo intenso.

- ¡No vuelvo a hacerlo! – prometió Laura mientras era incapaz de detener el compulsivo movimiento de sus piernas.

- Eso espero, ¡deja de mover las piernas! – la regaño Amanda mientras ponía énfasis en los muslos. Fue entonces cuando Laura, y con toda la resignación de la situación, se quedó quieta recibiendo el castigo. Salvó pequeños ruidos producto indiscutiblemente debido al dolor.

La paliza duró entonces unos pocos minutos mas. Y para cuando Laura se encontraba ya lo suficientemente castigada, los azotes se detuvieron. Amanda la dejó recuperar el aire, mientras masajeaba suavemente la cola muy roja que tenía delante. Se quedaron en silencio varios minutos hasta que volvió a fijarse en la hora del reloj. Diez minutos para que Samanta llegará, si lo hacía a tiempo.

- ¿Estás bien?

- Mmmmmhhhh…. Podría con una siestita ahorita si me preguntas.

- ¿Y perderte lo que tengo preparado para cuando llegue Samanta?

- Depende… ¿estoy involucrada?

- ¿Quieres estarlo?

- ¡No!

- Mmmm…. Ya veremos…. – Amanda le dio una última nalgada y ayudo a Laura a reincorporarse – Pero mientras esperamos a tu amiga, puedes colocarte en aquel rincón.

- Ayyyy no… está bien – acepto Laura luego de un ligero movimiento del cepillo en forma de amenaza.

- Eso pensé – Amanda espero hasta que Laura se colocará en la esquina señalada, entonces aprovechó el tiempo para trasladar las compras que habían quedado abandonadas hasta la mesa de la cocina.

Amanda volvió a revisar el reloj de pared, dos minutos pasados la hora acordada. Ahora era el tiempo de hacer una llamada a la otra “retadora” en cuestión.


Otros relatos de esta serie:
Retos- Parte 1
Retos- Parte 3

Comentarios

  1. Me parece que Amanda les va a plantear un reto que se disputará duramente en las nalgas de ambas 😂

    ResponderEliminar
  2. Me encantó Stephanie. La forma en que mostrás la interacción entre spanker y spankee es genial. Frases como estas "¡No te importa, no te importó durante toda la semana! Que más da, además ya perdí" son muy reales. Esperamos la continuación!! Realmente tengo curiosidad acerca de qué retos les va a poner Amanda, aunque ya sospechamos cómo van a terminar.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La mejor alumna (Parte 4)

La clase parecía no terminar nunca. En un intento de recuperar su estatus de buena alumna, Mercedes se había sentado adelante e intentaba simular que prestaba atención pasando la vista por la lista de bibliografía que tenía frente a ella. La silla de madera dura, sumado a que la clase duraba casi dos horas, le recordaba su charla con Amelia del día anterior. Faltar una semana no era aceptable para las expectativas de esta clase y lo sabía, aunque a veces parecía olvidarlo. No quería ni pensar en enfrentar a la profesora y mucho menos darle la nota. Pero la relación con Amelia le había cambiado la vida. Así que, intentando no pensarlo mucho y con las mejillas rojas, entregó el papel. Isabel Mujica lo leyó y no pudo evitar sonreír, Amelia podía ser cruelmente graciosa cuando se lo proponía. —Espero que hayas aprendido la lección, porque no pienso dejarte pasar ninguna más. Ni una clase, ni una entrega, ni una tardanza —agregó con total seriedad guardando la nota. —Sí, profesora —Mercedes

La Maestra de Historia

(La siguiente imágen la encontré en el perfil de Fetlife de Sweet_Tea_123)  -¡Sofía! -me desperté abruptamente apenas escuché mi nombre. Las risas de mis compañeras no tardaron en aparecer. -Estoy despierta -dije torpemente, lo cual terminó por estallar varias risas aún más fuertes a mi alrededor. -¡Silencio! -Miss Raquel amonestó a todas- Ve al baño a lavarte la cara. - Si Miss… -respondí mientras me sonrojaba. Me levanté de mi asiento y salí del salón rumbo a los baños que estaban en el mismo piso. Era la última clase del día y calculé que la campana estaría por sonar de todas formas pronto. Había dormido mal o casi tirando para nada. La última actualización del juego que jugaba en ese momento había salido ayer. 6 horas para actualizarlo y para cuando había terminado la partida con mi equipo ya era muy pasada mi hora de dormir, no es que la tuviese. Puse mi alarma un par de horas antes de tener que ir a la escuela para poder además recolectar todos los regalos que venían con la nu

Micro Relatos I

 Provocación - ¡Espera! Me faltó lavarme los dientes. - ¡Vamos tarde! – dijiste exasperada mientras desaparecía por el corredor hasta el baño al costado de mi habitación. ¿Íbamos tarde o simplemente no íbamos a llegar antes de tiempo? Lo pensé pero no me atreví a decirlo. Cogí la pasta de dientes y me tomé mi tiempo. Quizá un poco más de lo usual porque cuando estaba enjuagándome apareciste en el umbral de la puerta, apoyada en el marco y con los brazos cruzados además de mirada amenazante. - ¿Ya terminaste? - Mmmm…. Un segundo, voy a lavarme las manos. - ¿Lo estás haciendo apropósito, no? - ¡Me estoy lavando las manos! – exclamé fingiendo indignación, y si solo por el tono de voz no te dabas cuenta, la sonrisa que me fue imposible de ocultar te dio la pista que necesitabas. Desapareciste en ese segundo y aproveché para secarme las manos con toda la paciencia del mundo. Volviste, pero está vez traías la paleta de madera en la mano. - Es hora de irnos – me miraste directamente mientr