Ir al contenido principal

Retos - Parte 3

 ¿Cinco? ¿Diez? ¿Quince? ¿Cómo saber exactamente cuántos minutos pasan mientras se mira la unión de dos paredes?. Respuesta, imposible saberlo. ¿Y que es esto que estoy sintiendo ahorita? ¿Culpa? No digo que no la haya sentido antes, estos momentos hacen imposible no ponerse a pensar en que hubiese hecho diferente. El sonido de movimiento detrás de mi logra captar mi atención. Giro mi cabeza un poco a la izquierda, Laura está allí. Pareciera que lo único que siente en estos momentos es aburrimiento pero definitivamente somos diferentes.

- Laura ven aquí por favor. – La voz de Amanda me desconcentra, me trae de nuevo a la realidad del momento y al castigo aún pendiente.

- ¡No con eso!

- ¡Ah! Pero no esperarás que use algo diferente. Tengo que estar a la altura de los retos de ambas. Y creo que la vara es un oponente digno en estas circunstancias.

- Solo estábamos jugando… - escuchaba el temor en las palabras de Laura, prudencia me diría si estuviéramos charlando.

- Pues no vamos a jugar exactamente ahora…manos sobre la silla por favor y no me hagas repetirlo – la amenaza llegó acompañada del silbido característico de la vara cortando el aire. Y si tuviera que apostar, diría que causó el mismo revuelo por dentro de Laura que causó en mi, escuché como Laura caminaba hacia su destino y a lo que asumo asumir la posición indicada- Van a ser doce, vas a contar y pedir el siguiente. Si te equivocas contando, aumentó uno. Si te demoras contando, aumentó uno. Si sueltas la posición, aumentó uno. Si retiras las manos de sobre la silla, aumentó uno. Y si el tono de voz al contar no es el correcto, aumentó uno.

- ¡¿Cómo el correcto?! Argggg! – el sonido de la vara corto el aire de la habitación.

- Perdiste la posición, no contaste y definitivamente el tono no fue el correcto. Van 3 más y repetimos el primero.

- ¡Espera! ¡No es justo!

- ¿Si? Porque a mí tampoco me pareció justo incluirme en sus juegos sin ser notificada antes. Regresa a la posición.

El sonido de la vara volvió a cortar el aire y con eso en mente empezaba a sospechar que no iba a ser un reto realmente que pudiéramos ganar.

- Uno… el siguiente por favor.

- Con mucho gusto mi amor.

- Dos… el siguiente por favor

- Vamos a ver si terminando aquí, ambas, pueden pasar una temporada sin meterse en problemas.

- Auuuu… tres… el siguiente por favor

- Y quiero recordarles que el único reto que tendrían que hacer, es el de portarse bien.

- ¡Cuatro! .. uhmm .... el siguiente

- Te faltó el por favor, repetimos ese y añadimos uno más.

- ¡porfavorcito!

- ¿Quieres empezar de cero?

- ¡No!

- ¿Qué número toca, entonces?

- …. El… cuatro… señora…

- Cuando se trata de juegos, podrán notar soy muy competitiva – el sonido de la vara volvió a cortar el aire.

- Ahhhhrgg… cuatro… el siguiente por favor…… ummm cinco, el siguiente porfavor ... ya no más, porfis.. ¡duele!

- Cuento con eso.

La vara volvió a impactar una y otra y otra vez más. Podía notar por la voz que con cada azote le era cada vez más difícil de contar para Laura. La voz entrecortada y la respiración agitada eran prueba de ello. Yo misma me encontré estremeciéndome con cada nuevo azote. Jamás había probado más de seis azotes con la vara y definitivamente tampoco era mi favorita. Intenté irme del momento, que mis pensamientos me arrastrarán fuera de la escena que estaba dando lugar a solo unos metros de mi. Pero el sonido de la vara cortando el aire volvía una y otra vez trayendo me a la realidad. La siguiente iba a ser yo.

- ¡Trece! Porfavor… el siguiente… ya aprendí la lección.

- ¿Y que lección es esa?

- Argg…. Catorce….el… siguiente por favor…. No volver a jugar con retos…a ….a… portarme bien.

- ¿Cuántas vamos?

- Catorce… señora.

- ¿Y cuántos eran?

- …. Doce y cuatro más… dieciséis.

- Nada mal… veamos si tú amiga supera o no ese número. ¿Estás prestando atención Samanta?

Había olvidado por un segundo que yo también estaba en la habitación.

- Ah.. si … -la voz me salió más nerviosa de lo que hubiese querido. No es que intentará ser rebelde, ya no había caso para eso. Pero al menos hasta que fuese mi turno, aún había algo de dignidad por rescatar.

- ¡Quince! El siguiente por favor.

- El último y espero que no tenga que volver a castigarte por lo mismo o sino…

- ¡dieciséis! Argg…. Gracias. Ufff … dame un momento.

- Los que necesites…

Amanda podía ser tan estricta como comprensiva. Una parte de mi deseaba que la última parte del castigo hubiese terminado para mí también. Intenté pensar por última vez si había alguna forma de poder escapar del destino, pero conociendo a Amanda no podía pensar en nada que realmente pudiera funcionar y no empeorar aún más la situación.

- Samanta… ven aquí.

- Lo siento… - intenté mientras caminaba hasta donde se encontraba Amanda, pude ver la espalda de Laura, sentada ya en uno de los sillones de la sala.

- Aún no… pero ya vamos a llegar a eso. Quiero que entiendas que me tomo la responsabilidad de disciplinarte muy en serio.

- ¡Te creo!

- Gracias, pero no va a hacer falta… ahora lo vas a comprobar. Manos sobre la silla. ¿Tengo que repetir las indicaciones? Imagino que no, que habrás estado prestando atención.

Coloqué ambas manos sobre la silla, y el ruido de la misma vara no se hizo esperar.

- ¡Ah!

- Perdiste la posición y no contaste. Van dos más. Vuelve a asumir la posición .

- Argggg…!Uno!

- Te faltó el pedir el siguiente. Uno más y volvemos a repetir.

- ¡No! Argg.. uno… uff.. ah… el siguiente …por favor.

- Pero por supuesto que no, señorita. Tono y demoraste mucho. Dos más y volvemos a repetirlo. Y te aconsejo que te tomes esto muy en serio porque no voy a dejar pasar ni una.

- Aah…. Uno, el siguiente por favor – intenté no pensar que en realidad este ya era el tercero. El sonido de la vara volvió a cortar el aire aunque está vez lo más impactante era lo que sucedía inmediatamente después del sonido.

- ¡Dos! El siguiente por favor.

- Vamos aprendiendo, muy bien. Ahora lo que voy a asegurarme de que aprendas con esto es que no puedes jugar con las reglas, no pueden hacer retos acerca de cómo saltar el orden….nuestro orden.

- ¡ Ya entendí! Tres…el siguiente por favor.

- Bueno escucharlo, ahora vamos a aprenderlo.

- ¡cuatro! Por favor….el que sigue…

-

Las manos me comenzaban a sudar y con cada nuevo golpe me era aún más difícil de mantener la posición. Si Amanda tenía algo era una precisión impecable a la hora de usar los instrumentos. El dolor era una cosa, pero el ardor en la cola me estaba resultando insoportable. Al número nueve pensé que no aguantaría más. Pero fue el número doce el que realmente tomó toda mi fuerza de voluntad para no perder la posición.

- ¡Doce! El siguiente …. Por favor.

- ¿Cuántos vamos?

- Doce – respondí con seguridad.

- ¿De cuántos? - el frío me recorrió toda la espalda. ¿Habían sido cuatro o cinco extras? Habían sido más que Laura…

- ¿Cuántos? – volvió a repetir Amanda está vez la pregunta enfatizada con dos nalgadas.

- Diecisiete… señora…

- ¿Estás segura?

- No…¿ dieciocho?

- ¿Diecisiete o dieciocho?

- ¡No estoy segura!

- Eran diecisiete. Pero vamos a redondearlo a veinte por no prestar atención. Y oficialmente con eso tenemos una ganadora, felicidades Samanta.

- ¡No! Arhh… trece… el siguiente por favor – me recupere rápidamente para contar, no había necesidad de sumar ni uno solo más.

- Y voy a decirte lo mismo que le dije a Laura. Que sea está la última vez que tengo que castigarlas por algo parecido. Es una falta de respeto el que hayan querido burlarse de mí así.

- ¡ Nunca más! Auuu.. uff.. catorce… por favor el siguiente. Ah….uh….Quince… el siguiente por favor…

La vara volvió a impactar una y otra y otra vez más. Con cada número solo pensaba que estaba ya más y más cerca del final. El último definitivamente Amanda tenía planeado hacerlo el más memorable, parte baja de la cola. Me hizo dar un pequeño brinco y sin embargo, sin abandonar la posición logré contar el último azote.

- Veinte…. Veinte.. uff.. Gracias… - sentí la mano de Amanda sobre mi hombro derecho.

- ¿Estás bien?

- Si… un segundo…

- Claro, cuándo estés lista.

Para cuándo logré levantar la mirada, Amanda tenía una sonrisa ya en la cara.

- ¿Vino y piqueos?

- Suena genial…

- Ve con Laura, ahora llevo la bandeja.

Subirme los pantalones fue otro pequeño reto que lograr, pero lo peor definitivamente ya había terminado. Me acerque a Laura que estaba sentada fingiendo que miraba distraídamente su celular.

- ¿Cojín? – preguntó sonriendo mientras yo hacía una pequeña mueca al sentarme.

- ¡Ja! Yo podría hacerte la misma pregunta.

- Intenté con uno pero es más cómodo sin… - las dos nos reímos al mismo tiempo que Amanda ingresaba nuevamente al salón.

- ¿Y que es tan gracioso? – preguntaba con la ceja levantada, aunque obviamente estaba solo jugando.

- Que creo que aprendimos otra cosa hoy – añadió Laura mientras le daba un sorbo a su copa.

- ¿Y que se supone que es? – preguntó Amanda con curiosidad

- Que lo malo de los retos…. Definitivamente es perder.


Otros relatos de esta serie:
Retos- Parte 1
Retos- Parte 2

Comentarios

  1. Me encantó Stephanie, como siempre un placer leerte. Excelente cierre para una escena entre tres personas (que forma parte de la fantasía de muchas de nosotras). Y aunque parezca no es nada fácil hacer coincidir el vínculo, la metodología (sin entrar en la cosa que a mi se hace un poquito vulgar de azotar a las dos a la vez, sin ofender a nadie espero) y lo resolviste genial. Y leo tus historias y son tan reales los diálogos que me dan muchas ganas de tener una escena con la vara jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Azotar por turnos y dejar en el rincón a dos chicas es una escena que forma parte de muchas fantasías, es un guión con una importante carga erótica 😊

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La mejor alumna (Parte 4)

La clase parecía no terminar nunca. En un intento de recuperar su estatus de buena alumna, Mercedes se había sentado adelante e intentaba simular que prestaba atención pasando la vista por la lista de bibliografía que tenía frente a ella. La silla de madera dura, sumado a que la clase duraba casi dos horas, le recordaba su charla con Amelia del día anterior. Faltar una semana no era aceptable para las expectativas de esta clase y lo sabía, aunque a veces parecía olvidarlo. No quería ni pensar en enfrentar a la profesora y mucho menos darle la nota. Pero la relación con Amelia le había cambiado la vida. Así que, intentando no pensarlo mucho y con las mejillas rojas, entregó el papel. Isabel Mujica lo leyó y no pudo evitar sonreír, Amelia podía ser cruelmente graciosa cuando se lo proponía. —Espero que hayas aprendido la lección, porque no pienso dejarte pasar ninguna más. Ni una clase, ni una entrega, ni una tardanza —agregó con total seriedad guardando la nota. —Sí, profesora —Mercedes

La Maestra de Historia

(La siguiente imágen la encontré en el perfil de Fetlife de Sweet_Tea_123)  -¡Sofía! -me desperté abruptamente apenas escuché mi nombre. Las risas de mis compañeras no tardaron en aparecer. -Estoy despierta -dije torpemente, lo cual terminó por estallar varias risas aún más fuertes a mi alrededor. -¡Silencio! -Miss Raquel amonestó a todas- Ve al baño a lavarte la cara. - Si Miss… -respondí mientras me sonrojaba. Me levanté de mi asiento y salí del salón rumbo a los baños que estaban en el mismo piso. Era la última clase del día y calculé que la campana estaría por sonar de todas formas pronto. Había dormido mal o casi tirando para nada. La última actualización del juego que jugaba en ese momento había salido ayer. 6 horas para actualizarlo y para cuando había terminado la partida con mi equipo ya era muy pasada mi hora de dormir, no es que la tuviese. Puse mi alarma un par de horas antes de tener que ir a la escuela para poder además recolectar todos los regalos que venían con la nu

Micro Relatos I

 Provocación - ¡Espera! Me faltó lavarme los dientes. - ¡Vamos tarde! – dijiste exasperada mientras desaparecía por el corredor hasta el baño al costado de mi habitación. ¿Íbamos tarde o simplemente no íbamos a llegar antes de tiempo? Lo pensé pero no me atreví a decirlo. Cogí la pasta de dientes y me tomé mi tiempo. Quizá un poco más de lo usual porque cuando estaba enjuagándome apareciste en el umbral de la puerta, apoyada en el marco y con los brazos cruzados además de mirada amenazante. - ¿Ya terminaste? - Mmmm…. Un segundo, voy a lavarme las manos. - ¿Lo estás haciendo apropósito, no? - ¡Me estoy lavando las manos! – exclamé fingiendo indignación, y si solo por el tono de voz no te dabas cuenta, la sonrisa que me fue imposible de ocultar te dio la pista que necesitabas. Desapareciste en ese segundo y aproveché para secarme las manos con toda la paciencia del mundo. Volviste, pero está vez traías la paleta de madera en la mano. - Es hora de irnos – me miraste directamente mientr