Ir al contenido principal

La Maestra de Historia


(La siguiente imágen la encontré en el perfil de Fetlife de Sweet_Tea_123) 

-¡Sofía! -me desperté abruptamente apenas escuché mi nombre. Las risas de mis compañeras no tardaron en aparecer.

-Estoy despierta -dije torpemente, lo cual terminó por estallar varias risas aún más fuertes a mi alrededor.

-¡Silencio! -Miss Raquel amonestó a todas- Ve al baño a lavarte la cara.

- Si Miss… -respondí mientras me sonrojaba.

Me levanté de mi asiento y salí del salón rumbo a los baños que estaban en el mismo piso. Era la última clase del día y calculé que la campana estaría por sonar de todas formas pronto. Había dormido mal o casi tirando para nada. La última actualización del juego que jugaba en ese momento había salido ayer. 6 horas para actualizarlo y para cuando había terminado la partida con mi equipo ya era muy pasada mi hora de dormir, no es que la tuviese. Puse mi alarma un par de horas antes de tener que ir a la escuela para poder además recolectar todos los regalos que venían con la nueva actualización. La campana sonó conmigo aún en el baño y decidí hacerla más larga aún, con suerte ya no habría nadie en el aula cuando regresará y me evitaría tener que escuchar el sermón de la maestra. Había aguantado matemáticas, física e inclusive el aburrimiento de religión sin pestañar, pero justamente para Historia, mi clase favorita, no había podido evitar descansar los ojos cinco segundos.

Tome el camino más largo que pude hasta regresar al aula, cuando entre ninguna de mis compañeras se encontraba pero la Miss Raquel estaba sentada en su escritorio con un bolígrafo anotando cosas sobre papeles.

- Casi mandó a alguien a buscarte - me dijo sonriendo apenas entre al salón.

- Perdón…. Yo … ya me voy… - dije atropelladamente mientras intentaba recoger mis cuadernos para guardarlos en mi mochila.

- Todavía no, quiero conversar un momento contigo. ¿Te vienen a recoger?

- Pffff -me reí – que va… me voy sola.

- Has estado distraída toda la semana – se levanto de su asiento y se acercó hasta donde me encontraba – Y hoy, quedarte dormida. ¿En serio?.

- Estaba cansada – me excuse.

- ¿A qué hora te fuiste a dormir anoche?

- Yo ah…. -me sonroje de pensar la repuesta, una parte de mi quería responderle que no era de su incumbencia pero por otro lado, Miss Raquel no solo era mi profesora favorita, era quizá la profesora favorita de media escuela. Siempre amable, siempre atenta y siempre de buen humor. Sus clases eran quizá lo único que realmente me interesaban de la escuela.

- ¿Dormiste anoche?

- ¡Si! Pero…. Bueno…. Se me hizo tarde…. -conteste mientras me sonrojaba aún más si eso era posible.

- ¿Y tus padres te permiten eso? – un movimiento de hombros fue mi respuesta, realmente no les importaba si estaba en casa o no.

- Perdón por quedarme dormida, no volverá a pasar. -sentí como Miss Raquel me escrutaba con la mirada y continúe guardando mis libros. Era una situación muy incomoda. Tenía notas promedio y solía mantener un perfil bajo casi todo el tiempo. No solía meterme en problemas porque no solía interactuar para nada en clases, excepto en Historia.

- Tus notas han bajado y tus otros maestros dicen que estás distraída, no entregas trabajos y yo también notó lo mismo.

¿Mis otros maestros? Pensé, ¿Los maestros hablan entre ellos? ¿Y hablan de mi? Me quedé mirando un punto muerto, una manchita en el piso.

- Sofía te estoy hablando – Miss Raquel me regañó por segunda vez en un mismo día.

- Lo siento…. No sé que decir…. No he desaprobado nada – contesté como si fuese información de dominio público y muy obvio.

- Aún… si sigues así es muy probable que suceda. Pero además no se trata de hacer lo mínimo para no desaprobar, tienes que esforzarte. ¿Ya olvidaste lo que hablamos la vez pasada?

Me sonroje de recordarlo, no recordaba exactamente que me había dicho pero sabia bien a qué vez pasada se refería. Había tomado la mala decisión de copiar y ser descubierta. El castigo habían sido diez azotes. Recordaba el viaje de regreso a mi casa y como me dolía aún el culo en la noche antes de irme a dormir. En casa me habían firmado el reporte sin ningún comentario adicional y ahí había terminado el asunto.

- No lo olvide….

- ¿Y que fue lo que hablamos? – insistió.

- No… no sé…¿no copiar? – le di una media sonrisa y mi mejor cara de inocencia. La respuesta fue un resoplido largo.

- Estoy empezando a perder la paciencia, así que mejor empieza a ayudarte. Sé que eres una chica inteligente Sofía, pero eso no suficiente. ¡Tienes que esforzarte!

- Ya sé…. Y… ¡Si me esfuerzo! – respondí con exasperación. Tenía un torneo con mi equipo y estaba segura que ya iba tarde. Si las miradas matarán.

- Creo que no te estás tomando esto seriamente, pero déjame ayudarte – se dio media vuelta hasta su escritorio, abrió uno de sus cajones, saco una regla mediana de madera, tomo su silla y la puso en el medio de la parte de enfrente del salón y tomando asiento dijo – Ven aquí

- ¿Porqué? … ¡No! No he hecho nada malo. – exclamé indignada y adivinando cuál sería el propósito de aquella regla de madera

- No voy a repetirlo una tercera vez, ven aquí.

El corazón se me acelero, quería darme media vuelta pero no era una opción. Quizá a mis padres no les importaba mucho lo que hacía pero eso era porque no fastidiaba en lo más mínimo. Estaba segura que no les iba a hacer mucha gracia que los llamarán de dirección y tenían formas de hacerme sentir mal por decepcionarlos. Pero olvidándome de ellos por un rato, la verdad es que tampoco quería decepcionar a Miss Raquel. Deje los libros que estaba guardando sobre mi carpeta y me acerqué hasta estar a pocos centímetros de mi maestra.

- ¿A qué hora te fuiste a dormir anoche? – volvió a presionar.

- Yo… no sé… - mentí.

- Ah … vamos a dejar claras algunas cosas – me tomo de un brazo y tirando ligeramente me colocó sobre sus rodillas, esa si que era una nueva experiencia – se acabaron las evasivas, se acabó el responderme como si no supieras de que estoy hablando y se acabó este comportamiento de hacer solo estrictamente lo suficiente y nada mas.

Estaba preparada para replicar cuando sentí como levantaba mi falda y me daba la primera ¿Nalgada?. La posición no era precisamente incómoda pero temía de caerme si soltaba las patas de la silla a las que me sujetaba. Los golpes eran espaciados y con ritmo, me sonroje de solo pensar en lo ridícula de la situación. Que castigo para más infantil y aunque la incomodidad era grande el dolor no era nada comparado con la paleta o la vara reglamentaría.

-¡No he reprobado ningún curso! -volví a defenderme. En ese momento las nalgadas se detuvieron.

- ¿Qué acabo de decirte hace un momento?

- uh… que… se acabó el…!Ahh! ¡Auch!¡Espera! – las nalgadas volvieron a empezar pero estaba vez con muchísima más fuerza y velocidad. Podía sentir como me comenzaba a quemar todo el culo y Miss Raquel no daba ninguna señal de querer detenerse pronto.

-No vamos a esperar a que desapruebes para que recién comiences a hacer lo que deberías y ¿eso es?. -los azotes se detuvieron momentáneamente.

- ¡Esforzarme!

- Exacto, me parece que acabamos de encontrar un buen método de comunicación.

-Nooooo -dije al mismo tiempo que el castigo proseguía. No estaba muy segura si esto era algo que Miss Raquel podía o no hacer, pero había algo en su tono de voz que me impedía cuestionárselo.

- A partir de hoy quiero que presentes todos tus trabajos a tiempo, que duermas a una hora razonable para que estés despierta al día siguiente… ya hablaremos sobre eso y por sobretodo que te esfuerces, no es necesario la perfección pero no intentarlo siquiera no es una opción. – la palma de su mano derecha comenzó a castigarme en los muslos una y otra y otra vez y quizá eso fue demasiado porque grité.

-¿¡porqué?! ¡Que le importa! – Miss Raquel descanso su mano sobre mi espalda y no pude contener del todo las lágrimas que amenazaban con brotar cuál río en época de lluvias.

-Porque me importas -dijo a la vez que hacía pequeños movimientos circulares sobre mi espalda – Porque creo en lo que hago y eso es educar. Porque veo tu potencial y me parece que lo único que necesitas es alguien que te dé una pequeña ayuda. ¿Lo entiendes?

Y quién sabe si fue la falta de sueño, el dolor en el culo o el impacto de sus palabras pero después de un par de minutos llorando libremente por fin pude responder.

- Si… si… lo entiendo.

-Bien pero necesito que está sea una lección que aprendas para no repetirla nuevamente muy pronto -sentí como con dos de sus dedos sujetaba el elástico de mis bragas y les daba un ligero tirón hacia abajo.

-¡No! – exclamé intentando taparme con la mano que tenía libre. La otra estaba férreamente sujetada a la pata de la silla.

-Nada de eso -dijo Miss Raquel mientras me sujetaba la mano libre y la colocaba detrás de mi espalda – Un buen castigo es y siempre será sobre la cola desnuda.

En ese momento sentí la madera fría sobre mi. El primero me tomo de sorpresa ¡cuánto dolía!. No sé cuántos llevaba pero me encontré pataleando intentando levantarme de sobre sus rodillas en algún punto.

-Deja de intentar levantarte – me amonestó con varios azotes en los muslos y juntando toda mi fuerza de voluntad me detuve.

-¡Perdón! Ya no más… por favor.. ¡me voy a acostar a tiempo! ¡Y entregaré todo!

-Y-que-mas-estuvimos-hablando -puntualizo cada palabra con un nuevo azote.

-¡Esforzarme! Voy a empezar a esforzarme…. ¡por favor!

-Espero que tus profesores me informen sobre este nuevo cambio de actitud tuyo. Porque sino –

-¡Lo voy a hacer! -los azotes comenzaron a espaciarse más, hasta que en algún momento se detuvieron. Miss Raquel soltó mi brazo y sentí como me subía nuevamente las bragas. Debió de haberme dado nuevamente vergüenza pero tenía asuntos más importantes en mente. Cómo el dolor y el pensar como sería está vez el viaje de regreso a casa.

-Ya terminó…. -dijo mientras volvía a frotar en círculos mi espalda y volvió bajar el vuelo de mi falda– puedes tomarte el tiempo que necesites.

-Gracias… -respondí sonrojada e intentando controlar nuevamente mi respiración.

-Recuerdo que una vez comentaste que vives cerca, ¿Cierto? -comento Miss Raquel después de varios minutos en silencio y cuando comencé a ponerme de pie.

-ah…. Si… si … solo tengo que tomar un bus y en diez minutos llegó.

-Perfecto, te llevó entonces.

-No quiero fastidiar.

-¡No es ningún fastidio! – me sonrió – además ya es algo tarde pero mejor tener estás charlas en privado que con público, ¿No?

-¡Si! – respondí rápidamente, me moriría de pensar si la “conversación” por decir un eufemismo sucedería delante de mis compañeras.

- Entonces mejor pórtate bien -me guiño un ojo y mi cara debió de ser todo un espectáculo porque se rió inmediatamente.

-¡Que crueldad!

-Ninguna que no se pueda evitar.

Salimos juntas rumbo a su coche. El camino a casa estuvo menos incómodo de lo que supuse hubiese sido en autobús pero aún así fue incómodo. Nos despedimos con un abrazo y una promesa. No desinstale el juego apenas llegué pero ya habría oportunidad para seguir jugando luego, tenía muchos trabajos que ponerme al día primero.


Comentarios

  1. Con una profesora así, una tendría ganas de andar siempre al borde del fracaso escolar :)

    ResponderEliminar
  2. Voy a repetir eternamente qué bien escribís las escenas de spanking, el momento preciso, la frase del diálogo. Me identifico con el comentario anterior y con la idea de que nos hubiera venido bien una profe así cuando íbamos a la escuela y cuán maravillosamente entra en nuestras fantasías esa conexión

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La mejor alumna (Parte 4)

La clase parecía no terminar nunca. En un intento de recuperar su estatus de buena alumna, Mercedes se había sentado adelante e intentaba simular que prestaba atención pasando la vista por la lista de bibliografía que tenía frente a ella. La silla de madera dura, sumado a que la clase duraba casi dos horas, le recordaba su charla con Amelia del día anterior. Faltar una semana no era aceptable para las expectativas de esta clase y lo sabía, aunque a veces parecía olvidarlo. No quería ni pensar en enfrentar a la profesora y mucho menos darle la nota. Pero la relación con Amelia le había cambiado la vida. Así que, intentando no pensarlo mucho y con las mejillas rojas, entregó el papel. Isabel Mujica lo leyó y no pudo evitar sonreír, Amelia podía ser cruelmente graciosa cuando se lo proponía. —Espero que hayas aprendido la lección, porque no pienso dejarte pasar ninguna más. Ni una clase, ni una entrega, ni una tardanza —agregó con total seriedad guardando la nota. —Sí, profesora —Mercedes

Micro Relatos I

 Provocación - ¡Espera! Me faltó lavarme los dientes. - ¡Vamos tarde! – dijiste exasperada mientras desaparecía por el corredor hasta el baño al costado de mi habitación. ¿Íbamos tarde o simplemente no íbamos a llegar antes de tiempo? Lo pensé pero no me atreví a decirlo. Cogí la pasta de dientes y me tomé mi tiempo. Quizá un poco más de lo usual porque cuando estaba enjuagándome apareciste en el umbral de la puerta, apoyada en el marco y con los brazos cruzados además de mirada amenazante. - ¿Ya terminaste? - Mmmm…. Un segundo, voy a lavarme las manos. - ¿Lo estás haciendo apropósito, no? - ¡Me estoy lavando las manos! – exclamé fingiendo indignación, y si solo por el tono de voz no te dabas cuenta, la sonrisa que me fue imposible de ocultar te dio la pista que necesitabas. Desapareciste en ese segundo y aproveché para secarme las manos con toda la paciencia del mundo. Volviste, pero está vez traías la paleta de madera en la mano. - Es hora de irnos – me miraste directamente mientr