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Hospital

 Unas horas después las chicas habían llegando a la cabaña de la pelirroja despues de andar en caballo.


—No pensé que me gustaran tanto cabalgar.


Mencionó Regina cuando bajó ya bañada ya Danielle había acabado y ahora estaban en la cocina viendo que podían hacerse de comer.


—Es algo increíble a mi me enseñó mi padre cuando era niña lo amó mucho siempre me consciente.


Regina se rió y saco algunas cosas de la alacena.


—Mi papá también era tan consentidor pero no estaba mucho en casa lo más que me enseñó fue matemáticas porque en bicicleta fue mi hermana.


—¿Eres muy cercana a tu hermana? 


—Sí ella es mayor y prácticamente fue como mi madre ya que murió cuando yo nací así que Anna se hizo cargo de mi cómo si lo fuera. 

Es muy buena y todo pero algo especial aunque ya cambio antes era peor.


—Uy eso suena a qué es estricta 


—Lo es pero como te dije es buena ha pasado por tanto pero mejor hablame más de ti.


—No hay mucho que decir soy la menor de 3 hermanos varones y es una pesadilla siempre me molestaban así que tuve que aprender a defenderme a puño limpio como ellos.

Soy la consentida de la familia como la bebé.


—Oye yo también, es decir, solo somos mi hermana y yo pero siempre he sido su bebita aunque bueno ahora tiene una hija pero ella aún me trata como su bebé.


—Algo más que tenemos en común -se acercó a besarla- La otra es que nos gustamos.


Regina abrió los ojos un poco y se alejó de forma amistosa ella solo buscaba sexo y nada más. No quería enamorarse de nuevo para no salir lastimada.


—Eh, si sobre eso -decidió mejor no hablar ver ahí a la pelirroja ilusionada no quería herirla- Olvídalo mejor te voy a enseñar a preparar unos deliciosas papitas con chile fue difícil encontrarlas en Londres pero te van encantar.


—¿No creés que ya comimos demasiadas golosinas? Es decir a mi también me gustan pero más moderado y este fin de semana he comido demasiado con todo lo que has traído.

Traías esa maleta llena de todo tipo de dulces y papitas entre dulce y salado. 


Danielle tomó un poco de agua y le sirvió uno a Regina viendo como hacia un revoltijo de papitas picantes echándole todo tipo de salsas.


—¿Te gusta?


Regina le presento el plato estaban bañadas en chile y salsas con cacahuate o algo parecido de solo verlo se enchilo.


—Emmm mejor como otra cosa, suerte cuando todo salga.


Se rió y se preparó algo más sano, momentos más tarde mientras veían televisión Regina no dejaba de comer su preparación enchilada mientras Danielle disfrutaba de un poco de comida saludable ella estaba concentrada en la película cuando vió como su acompañante se empezó a tocar su estómago.


—Ay, me duele me duele mucho.


Se quejaba por el dolor retorciéndose está vez era más insoportable que otras veces.


—Vamos al doctor llamaré a Bruno es el capataz para que nos lleve.


—No, solo dame una aspirina debe haber en mi bolso.


—¿Estas loca? Si te duele el estómago lo que hace es aumentar un riesgo de sangrado está pastilla solo se toma para dolor de cabeza, períodos menstruales, artritis, dolor en los dientes y dolores musculares.

Así que vamos al doctor no es bueno automedicarse sí el dolor es crónico.


—No por favor no quiero ir odio los hospitales.


—Ay por favor Regina mírate te ves fatal vámonos además cuando veníamos acá dijiste que también te dolía esto no es normal.


—¡Pero es que... Auuuu!


Volvió a retorcerse y se acostó el sofá asustando a la pelirroja ya que comenzó a sudar demasiado empezando a estar caliente.


—Ya basta iremos.


Llamo al capataz él cuál vivía en la misma casa de campo -solo cruzando el jardín en uno de los cuartos de servicio muy cómodo y amplio- cuando esté llegó a pesar de ser una distancia corta ya la invitada estaba peor.


Su sudoración era excesiva y empezaba a tener algo de fiebre, sin duda esto era algo más que un simple dolor de estómago.


Y es que desde niña sufría de gastritis, solo que siempre comía cosas que la ponían mal atentando con su propia salud.


Horas después ya en el hospital, Danielle esperaba en la sala de espera a Anna -la hermana de Regina- a la cual le había contado todo lo que pasó cuando está llamó  al teléfono a la pelinegra.


—¿Que está pasando aquí? ¿Tú quién eres?


Anna llegó totalmente preocupada sin saber lo que estaba pasando y es que cuando la jovencita le contó sólo se preocupo por saber a qué hospital llegar que no escuchó las demás explicaciones.


—¿Eres Anna?


La miró de arriba abajo y algo la puso nerviosa la mujer de 27 años de piel morena se veía imponente, demasiado sería pero a la vez eso la hacia lucir toda una mujer hermosa.


Danielle estaba notablemente ansiosa con la precensia de esta mujer de negocios y fue cuando recordó que Regina le dijo lo estricta que era. 

A ella los doctores no le habían querido dar respuesta pues no era familiar directo.


—Asi es ahora dime qué pasó.


Cómo siempre su tono de voz autoritario ponía a temblar a cualquiera.


—Soy Danielle amiga de Regina la conoci en una app de citas y la invite a mi casa de campo este fin de semana, estuvimos muy bien pero ella empezó con dolor de estómago desde que veníamos y hoy se puso muy mal después de esas papitas con salsa.


—¡¿Qué?!


La chica habló tan rápido que apenas pudo procesar todo lo que estaba pasando y que su hermana le había mentido, sin saberlo Danielle la había echado de cabeza pues según estaba haciendo un trabajo en equipo en la universidad.


—¿Familiares de Regina Harrison?


El doctor salió y ambas fueron hacía él.


—Soy yo, Anna su hermana mayor por favor dígame qué tiene.


—La joven presenta una úlcera gástrica esto es debido a una infección por la bacteria de Helicobacter pylori y el uso excesivo de analgésicos como la aspirina.

Se ve que el problema es de meses pero la trajeron a tiempo de que hubiera un sangrado, ahora está estable pero deberá quedarse en observacion unas horas ya que el ácido estomacal dañó su tracto digestivo.

Le estamos suministrando antibióticos y requerirá de una dieta específica que deberá seguir al pie de la letra.


—No puede ser.


La mujer de cabello achocolatado casi se desmaya y tuvo que sentarse en una silla que había por ahí, ella sabía que su hermana siempre sufrió del estómago pero jamás pensó que llegará a tanto, pensó que estaba bien pues en casa era ella quien encargaba de los alimentos.


—¿Puedo verla?


—En un momento una enfermera vendrá por usted sólo pueden pasar una a la vez.


—Gracias.


El doctor se fue y las dejo,  Danielle no sabía que decir solo permaneció en silencio todo el rato hasta que Anna paso a ver a Regina ya luego  ella pasaría después.


La adolescente estaba en la camilla algo pálida mirando a la pared, aún se sentía un poco mal pero cuando vio a su hermana se asustó mucho jamás pensó verla ahí pero obviamente Danielle le iba a llamar.


—Anna yo...


—Shhhh en casa hablamos.


Se acercó acariciarle el pelo parecía bastante tranquila pero eso era peor pues Regina sabía que esa tranquilidad no era buena. Le había mentido con todas las de la ley además de haber caído al hospital que seguramente a esta hora ya sabía que se estaba automedicando y comido pésimo, sin duda ésto tendría graves consecuencias.


—¿Dónde está Emmi?


Quiso cambiar de tema a lo que Anna solo sonrió y se sentó en la silla junto a la cama no quería enojarse del todo en este momento primero quería que estuviera bien para charlar del tema.


—La deje con Melissa ella la está cuidando, tu sobrina estuvo preguntando todo el fin de semana por ti.

Te extraño mucho pero bueno volviendo a ti, él doctor dijo que estás mejor y si todo sigue así puedes salir en la noche o madrugada.


—Anna yo puedo explicarlo...


Volvió a decir con miedo pero fue interrumpida por segunda ocasión, si la mujer oía alguna excusa o pretexto absurdo salir de la boca se su hermanita las cosas no terminarían bien.


—Te dije que en la casa hablamos.


Y así fue como dió por finalizado el tema ninguna habló más del asunto hasta que esa misma noche alrededor de las 8:00 la dieron de alta.


Danielle fue a llevarle las cosas que había dejado en su casa de campo al hospital y aprovechó que Anna fue a pagar para hablar con Regina.


—Me alegro que estés bien tuve mucho miedo que algo te pasara, escucha sé que es pronto pero me encantó el fin de semana aunque bueno las últimas horas no tanto pero me la pasé genial el resto a esto ¿Que te parece si cuando te mejores salimos de nuevo?


La oji-verde grisáceo se sintió mal por verla ilusionada ella no quería iniciar una relación formal en ese momento o un largo tiempo así que aunque doliera tenía que ser sincera.


—Yo también me la pasé muy bien pero no creo que debamos ilusionados y salir más en otro plan de relación formal yo no quiero compromisos ahorita -vió la cara de la chica entristecerse- Oye pero no te pongas así el sexo fue genial podemos repetirlo es que queramos, es sólo que pase por una relación con una chava antes y me dejó mal pero nos podemos ver cuando nos sintamos solas.


Esas palabras le dolieron a la linda pelirroja y derramó unas cuantas lágrimas.


—Lo siento pero yo no soy un premio de consolación, en serio quiero algo real pero tú no y lo respeto.

Pero no voy a poner tus prioridades antes que las mías porque no me parece justo.


—Oye cálmate no te pongas así ya te dije que no quiero nada serio yo solo busco...


—Lo que buscás es a ella pero no la vas a encontrar en otra persona, se ve que aún esperas encontrar a esa chica en alguien más pero no lo vas hacer porque nadie es igual a tu ex-novia.

Te recomiendo que primero sanes esa herida y después empieces una relación con quién quieras para que no te lastimes a ti y a otros.


Tomó su bolso para irse, ya había dicho todo y no tenía nada más que hacer ahí.


—Oye no tienes derecho a decirme que hacer o sentir si yo no quiero nada serio no lo quiero y ya. 

Lo siento pero es así.


—Tienes razón yo no tengo derecho a decirte que hacer o sentir pero al menos deberías ser sincera desde el principio decir que solo buscas sexo y ya, así no ilusionas en vano.


Sin más se fue dejando a Anna en la puerta que apenas venía entrando para llevar a su hermanita a casa y había escuchado lo último sin querer.


—No digas nada Anna.


Ordenó Regina y se paró para subirse a la silla de ruedas dónde ya estaba entrando una enfermera para llevarla a la salida, ninguna de las hermanas habló en todo el largo camino a casa. 


Una vez llegaron entraron sin siquiera hablarse ya era muy tarde para pasar por Emma así que Anna pasaría por su hija de 3 años a casa de su amiga en la mañana.


Regina estaba a punto de subir las escaleras a descansar cuando su hermana la alcanzó deteniéndose a la mitad.


—Escúchame yo no quiero meterme en esto pero creo que deberías hablarle a Lulú y tal vez...


—¡No! -gritó alterada asustando a su hermana- ¡No digas ese nombre en esta casa te lo dije desde que nos vinimos de México no quiero volver a escuchar su nombre nunca más!


Empezó a derramar unas cuantas lágrimas este tema le dolía más de lo quisiera admitir.


—Lo sé bebita, es solo que veo lo mucho que te afecta. Mirá si tan solo le hablarás o contactaras con ella para charlar o simplemente cerrar ese ciclo creo que te ayudaría bastante.


Regina se pegó a la pared y negó con la cabeza tapándose los oídos mientras lloraba.


—No, no quiero no lo haré así que te prohíbo que menciones su nombre de nuevo porque sino no me volverás a ver -miró a Anna a los ojos que la veía incrédula- Te juro que te abandonaré y no sabrás de mí te lo advierto.


—Regina.


La oji-verde estaba consternada su hermanita jamás le había hablado así.


—Ya te dije sino quieres que eso pase hagamos una promesa; yo no volveré a mentirte sobre a dónde voy y si lo hago puedes seguir castigándome cómo hasta ahora y tenerme aquí a tu lado. A cambio tú no volverás mencionarla ni sugerirme que deba hacer respecto a ella.

¿Así que qué dices?


—¿Qué que digo? No puedo creer que te atrevas a amenazarme yo solo quiero ayudarte y que estés bien eso he hecho toda tu vida.

Siempre he visto por tu bienestar y ahora ¿Te atreves a amenazarme y hacer tratos absurdos muchachita malcriada?


A Anna le habían dolido las palabras de su hermana y no era para menos.


—No es una amenaza es una advertencia clara así que aprendetela porque no la repetiré.


Le dijo de forma altanera y mirándola a los ojos para que viera que hablaba en serio eso basto para que la casi treintañera abriera los ojos totalmente sorprendida de que Regina le hablará de esa forma por lo que la tomó del brazo con fuerza jalandola un poco haciendo que se asustara e intentará zafarse.


—¿Que haces? ¡Suéltame! -Anna la volteó y le dió 3 fuertes y sonoras nalgadas- ¡Auuuuu no!


La llevo escaleras arriba sin soltarla y fueron al cuarto de la castaña clara para luego aventarla a la cama.


—Esta bien lo siento perdón no me vayas a castigar primero cálmate.


Se sentó retrocediendo para atrás con sus pies pegándose al respaldo y es que jamás había visto a su hermana tan molesta.


Anna cerró la puerta y la levantó del nuevo del antebrazo, se sentó y la cama y la puso boca abajo en sus rodillas.


—¡No Anna por favor no!


Intento pararse pero esto fue en vano ya que la sujetó de la cintura sin posibilidad de moverse.


—¿Sabes todo lo que he hecho por ti? ¿Y así me pagas?


Comenzó azotar no sin antes bajarle el pantalón y bragas ésto lo hacía con la mano de forma consecutiva sin detenerse.


—Anna basta esto es humillante y duele.


—¡Responde! 


Siguió azotando aumentando la fuerza y Regina apretaba las cobijas de su cama para no llorar pero no podia evitar hacer muecas de dolor.


—¡Ya si lo sé lo siento no debí hablarte así lo lamento sé lo que has hecho por mi!


Anna tenía mucho sin castigarla de esa forma y aunque las nalgadas solo eran dadas con la mano, si picaban y dolían bastante.


—No sólo es eso sino todas tus faltas -no se detenía con los azotes- sino que mentiste a dónde ibas cuando no había ninguna razón para hacerlo y además atentaste contra tu salud ¡Tu sabes que esas son faltas graves!


Estiró un poco el brazo para alcanzar el cepillo de madera del peinador y empezó a darle con este sobre su trasero desnudo.


—¡Auuuu Anna detente ya aprendí! No lo vuelvo hacer lo juro.


—¿Detenerme? Esto apenas empieza y de que no lo hagas de nuevo me voy a encargar en este momento que te quede claro.


Para el quinceavo azote con el cepillo Regina ya estaba echa un mar de lágrimas pero esto no hizo que su hermana se detuviera no solo había sido altanera sino que se había puesto en peligro con no cuidarse.


—¡Yaaaa!


Lloriqueo sintiendo todo el escozor y picor en su trasero, seguramente ya estaba rojo lo sentía en llamas. Trataba de zafarse pero bastó con que Anna pusiera una pierna alrededor de sus piernas para que quedara inmovilizada.


—¡No pongas la mano! 


Le dió un golpe en la palma de la mano cuando intentó taparse, no tan duro pero si suficiente para que le quedará claro que no lo hiciera más.


—¡Hermana por favor ya!


Pero Anna continúo hasta dar 30 más y se detuvo, se levantó un momento dejando a su hermana parada llorando con la cabeza baja y tapándose la parte de adelante avergonzada.


—No te muevas aún no acaba.


—¡¿Que?!


Anna saco del armario un cinturón grueso y le ordenó con la mirada se acostase en la cama boca abajo a lo que está negó.


—Andando.


—¡No, con eso no por favor! Duele mucho.


—No tengo tu tiempo niña.


La agarro del brazo y acostó ella misma cuidado, sobre una almohada bajo su vientre bajo.


—Por favor Anna lo siento perdóname.


Suplico por última vez estando boca abajo pero preparandose para el primer azote y sujetando con fuerza la almohada.


Su trasero ya le dolía bastante no quería imaginar cómo estaba en este momento y con el cinturón seguro quedaría morado además de no poderse sentar bien en los próximos días.


—Yo también siento castigarte y lo sabes más cuando estás enferma pero es precisamente por eso y porque te atreviste amenazarme a pesar de lo que he dado por ti. Qué no te echó en cara jamás lo haría pero eso me dolió.


—Lo siento.


Dejo caer la cara a la almohada y siguió llorando sabiendo que no iba a poder librarse.


—Seran 25 y después estarás castigada hasta que yo te diga, creéme que esto me duele más a mi pero no puedes volver a mentirme y no cuidarte menos automedicarte ¿Pero en qué estabas pensando? 


Y comenzó azotar con el cinturón siendo que con el primero saltará aún más que con los otros azotes de mano y cepillo pero es que el cinturón parecía morder y quemar al mismo tiempo con cada golpe.


Ella no paró a pesar de las súplicas y lloriqueos de Regina aunque estuvo a punto de ceder.  Cuando por fin acabó su hermana lloraba demasiado este había sido un castigo duro.


—Ya, ya paso mañana hablaremos sobre la siguiente parte del castigo que seran semanas que estarás sin salir pero a partir de ahora me encargaré que cumplas con esa dieta que tomes los medicamentos correctos y que vayas a tus chequeos.

Me encagare que salgas adelante de esta enfermedad del estómago y despreocúpate no volveré a mencionar su nombre sino lo deseas pero no vuelvas amenazarme.



Le decía mientras le untaba un poco de árnica y está sollozaba.


—Lo siento.


—Te creo bebita ahora a dormir que mañana iré por Emma temprano, tú te quedarás en casa a descansar pero deberás comer cuando volvamos. Hablaremos sobre lo que haces y la reputación que te has ganado en la universidad.

El tal Brandon me dijo todo pero no voy a juzgarte solo necesitamos hablar de esto ¿Si?


Regina asintió mientras su hermana se acostó a su lado acariciando su mejilla y secando sus lágrimas. 


De su cuenta corria que saliera de todo lo que la lastimaba.


.........


Al día siguiente en el aeropuerto de México una morena bajaba del avión con su madre e iba a buscar su maleta estaba tan nerviosa por volver al cementerio pero aún más porque iría a casa de Regina a buscarla.


Después de casi 3 años sin verla por fin la vería o al menos eso creía.




Comentarios

  1. Me encantó el relato. Wow vaya hermanas! Lo increíble es que Regina se atreviera a mentir y hacer todas esas cosas teniendo una hermanita así en casa. Jajajaja seguro que ahora Anna llevará más corta a Regina. Buen relato

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