Amelia bajó al palier de su edificio y se sorprendió al encontrar una invitación física a una exposición de fotografías. Era una muestra de 10 fotógrafas en una galería muy prestigiosa con el tema mujeres en la calle. Aunque no se habían vuelto a ver, por las noches habían estado hablando con Emma. Y no le había contado nada de esto. Pero así era Emma y era una oportunidad para verse y eso era una ocasión feliz.
Llegó el día y cuando ingresó a la galería,
quizás más puntual de lo razonable para ese tipo de eventos, aún no había mucha
gente. Tomó un folleto y se dispuso a recorrer los pasillos sola cuando vio las
fotos de Emma y la envolvió una especie de orgullo. Esa estética tan limpia y
marcada, algunas veces brutal y otras con esa ingenuidad que se le colaba por
todas partes. Y así de pronto la vio a ella. Radiante y, como siempre, con su
amplia sonrisa de dientes perfectos. A Emma se le iluminaron los ojos.
—¡Amelia! ¡Qué bueno que viniste!
—Claro, no me lo iba a perder…
Emma la tomó de la mano y la llevó a través
de un largo del pasillo hasta una esquina —Ven —donde había una foto de una niña
sonriendo. Amelia miró la foto con atención, como si tuviera que encontrar algo
en ella. De pronto la cara de Emma estaba frente a la suya.
—¿Me extrañaste?
Amelia sonrió. Otra vez, no era su
reacción habitual pero esta joven tenía algo que la desarmaba. Sin responder y volviendo
a su seriedad habitual la tomó del brazo.
—Cuéntame sobre las fotos. ¿De qué se
trata tu muestra?
—¡No! Qué aburrido —Emma hizo un puchero
algo exagerado
De pronto estaban juntas en ese lugar
público, casi tocándose. Emma se acerca a la boca de Amelia y de la nada le suelta.
—Bésame.
—¿Qué?
A Amelia no le costaba nada retroceder y ponerse pacata.
—Bésame. Quiero saber. Si vamos a seguir
viéndonos, quiero saber. ¿O no te animas?
Amelia interrumpió la explicación y sin
dudarlo la tomó de la mejilla y le dio un beso apasionado. Emma cerró los ojos
y se dejó llevar. Cuando se soltaron Amelia se preguntó qué estaba haciendo,
con toda la sensación de estar parada frente a un abismo. A Emma en cambio se la
veía feliz.
Pocos minutos después la galería se llenó
de gente. Emma se disculpó porque debía atender a unas personas. Amelia asintió
cortésmente y se puso a mirar las fotografías, una a una. Y después las volvió
a ver todas otra vez.
Luego se enfocó en la colección de una chica
de ropa oscura que parecía ser el centro de la muestra. Ya había pasado más de
una hora y Emma no aparecía. Tampoco respondía el teléfono. Amelia no sabía si
quedarse o irse, pero era la hora de cenar así que finalmente decidió volver a
casa.
Cerca de la medianoche llegó la respuesta
de Emma en forma de mensaje.
—Lo siento. Me crucé con unas amigas y me
invitaron a comer hamburguesas y ya no pude volver. Espero verte pronto.
Amelia tardó en responder. Su enojo era
evidente. Ya no era gracioso, este último gesto había activado eso de su
personalidad que Emma aún no conocía.
—No sé si realmente quieras verme —respondió
—pero si sucede, la próxima vez será en mi casa. Y tendremos una conversación al respecto.
Emma estaba todavía con sus amigas. Al
ver el mensaje se puso seria porque no podía descifrarlo del todo.
Definitivamente no esperaba esa respuesta.
—Cuando quieras —respondió.
Sus amigas se rieron del repentino cambio
en su expresión. Pero a Emma no le causó gracias así que decidió pedir un Uber
y volver a casa.
Amelia y Emma 1: la foto
Yo me imagino como podría ser esa charla 😝. Gracias por seguir publicando Vic! Espero con ansias el próximo capítulo.
ResponderEliminarQué placer tomar el control y poner en las rodillas a una chica con tanto talento :)
ResponderEliminarTotalmente!
EliminarNooooo, pero no! cómo toma el uber a SU casa, tendría que haber tomado el uber a la casa de Amelia.... qué ya queremos ver qué pasa!!!!!! Jajajajaaja excelente relato, me encanta Amelia... Emma ya la va a conocer de verdad ;)
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