Mientras la escuchaba leer una a una todas las faltas anotadas en la libreta, no podía evitar sentir un temblor interno que me recorría de arriba a abajo. No sabía cuánto tiempo hacía ya que estaba en esa posición, pero estaba empezando a ser consciente del peso de mis brazos y la necesidad de girarme para ver lo que estaba pasando era cada vez más grande.
- ¿Me estás escuchando?
Su voz firme me sacó una vez más de mi ensoñación. Me apresuré a contestar, mientras el miedo comenzaba a aumentar al darme cuenta que no era verdad, me había perdido en mis pensamientos y no tenía registro de qué era lo último que me había dicho.
- Sí, señora
- No me parece... A ver, ¿qué falta te acabo de leer?
- Ehh... ¿la vez que me quedé dormida y llegué tarde al trabajo?
- Felicitaciones señorita, acabás de agregar dos motivos más a tu larga lista para hoy: no escucharme cuando te hablo y mentirme cuando te pregunto.
- Perdón, yo...
- Silencio, no quiero escuchar tus excusas. Por ser tu primera vez me parecía importante que tuvieras un tiempo para recordar por qué estás acá antes de empezar con tu castigo. Pero como veo que no lo estás aprovechando vamos a pasar directamente a que veas lo que pasa cuando rompés las reglas.
Mientras hablaba escuché ruidos que podían ser los de una silla moviéndose y algo que parecía ser un cierre abriéndose. No podía creer que mi plan de no darle más motivos para enojarse conmigo me estuviera saliendo tan mal.
- Quiero que vengas ya mismo y te pongas sobre mis rodillas, no voy a perder más tiempo tolerando que no te tomes esto en serio.
Apenas escuché su orden me giré y tuve una visión un poco más amplia de la oficina que la que había tenido al entrar. En el medio de la misma se encontraba ella, imponente, sentada en una silla esperándome. A su derecha había un escritorio de madera sobre el cual no tardé en reconocer algunos de los instrumentos que sabía que hoy iba a sentir. Prolijamente acomodados alcancé a distinguir un cepillo de madera, una paleta de cuero y una regleta. Una vez más un temblor me recorrió la espalda, pero me apresuré a recostarme sobre sus rodillas para no demorar más en cumplir con su orden.
- Normalmente empiezo mis castigos sobre la ropa, pero perdiste ese derecho al mentirme hoy. Cuando salgas de acá no te van a quedar más ganas de romper las reglas ni de no prestar atención cuando te hablan.
Mientras hablaba pude sentir como levantaba mi pollera y antes de poder procesar del todo lo que estaba pasando, la primera tanda de golpes empezó a caer.
Otros relatos de esta serie:El primer encuentro (parte 1 de 6)
El primer encuentro (parte 2 de 6)
El primer encuentro (parte 4 de 6)
El primer encuentro (parte 5 de 6)
El primer encuentro (parte 6 de 6)
Y ahora sí viene lo bueno 👀! Jajaja. Debo confesar que (al menos a mí) me está costando esto de leer en tantas partes jaja ... ya quiero saber que pasa! Gracias por seguir el relato ;3 espero la siguiente parte con ansias.
ResponderEliminar¡Ahhhhhhhh, siempre me dejas picada!
ResponderEliminarMe encantó sigue por favor
¡Gracias por sus comentarios! Dicen que lo bueno se hace esperar... Por lo pronto, la cuarta parte ya está publicada, espero que les siga gustando :)
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