Ir al contenido principal

La mejor alumna (Parte 2)

—Pasa, toma asiento —Amelia hizo un gesto demasiado amable, un tanto frío, señalando el sofá —ya estoy contigo. 

Tenía que pensar cómo proseguir, controlarse. Es que, desaparecer no era algo que tomara a la ligera. En casi cualquier otro caso hubiese desestimado el vínculo y le hubiese dicho que la disculpara pero que se volviera a su casa, que ya no la iba a poder seguir viendo. 

Pero con Mercedes había algo más, una apuesta personal. Sabía que tenía potencial para lograr lo que quisiera y que tenía también todas las cualidades para tirar todo por la borda cuando la situación se ponía intensa. Pero igualmente necesitaba probarse que podía ayudarla a encauzar toda esa energía.

—Amelia, por favor, lo siento… 

—En este momento no tienes permitido usar mi nombre. Las únicas respuestas que quiero escuchar son: sí, señora – no, señora.

—Sí, señora —respondió la joven en voz baja, casi imperceptible.

—Debería tomarte de una oreja y ponerte sobre mis rodillas ahora mismo. Mira la desfachatez de entrar sonriendo. 

—Lo siento.

—No quiero ni escuchar tus excusas en este momento, no te va a ser tan fácil.

—No son excusas, es que…

—Silencio, Mercedes, vas a hablar cuando te lo indique. 

La joven asintió. Ni siquiera sabía si decir “sí, señora” en ese momento hubiera sonado desafiante.

—Vas a ir al rincón, que ya debes conocer muy bien, y vas a reflexionar sobre lo que pasó, hasta que te llame. Hay conductas y actitudes que no voy a tolerar y te aseguro que hoy esto va a quedar muy claro.

Mercedes obedeció. Realmente le hubiese gustado disculparse. Había sido una semana horrible y necesitaba dar rienda suelta a su natural verborragia. No obstante, una voz interior le avisó que no era momento para desobedecer. 

Amelia, por su parte, decidió tomarse su tiempo. Llevó la taza de té frío a la cocina y volvió a sus pendientes. Así estuvo más de media hora hasta que se apiadó de la figura de la joven, que intentaba no moverse, aunque cada tanto cambiaba el peso del cuerpo entre un pie y el otro.  

—Mercedes, ven aquí.

La joven suspiró aliviada. 

—Qué pasó, ¿por qué no viniste a nuestra cita y no respondiste mis mensajes? No no, sin tomar asiento. De pie.

—Lo siento, no puedo manejar estas cosas. Cuando falté me dio vergüenza y después no pude responder. Y luego seguí igual toda la semana.

Amelia movió la cabeza en señal de desaprobación.

—¿Fuiste a clases?

—No. 

—¡Mercedes!

—Lo siento…

—No, aún no lo sientes, pero lo vas a sentir. Todo esto es inaceptable, tienes que aprender a manejar las expectativas ¿algo que quieras decir en tu favor? 

—Sé que no tengo nada que decir, soy un desastre.

—No se te ocurra ir por ahí, ya lo hablamos demasiadas veces.

La joven se veía apesadumbrada, pero continuó.

—Tengo que hacer un trabajo con el cual podría entrar al grupo de investigación de Mujica, y realmente quisiera lograrlo.

—¿Y cómo vas con eso?

—Mal, todavía no lo empecé.

—¿Cuánto tiempo tienes?

—Tres semanas, tengo mucho tiempo. Era un mes, pero…

Amelia no quiso seguir escuchando. Se puso de pie, tomó a la joven de un brazo y la llevó hasta el sofá, casi en el mismo movimiento tomó el cepillo que estaba sobre la mesa auxiliar. 

—Te sobra el tiempo, ¿no?

—¡No!, con ese cepillo no, por favor

Aunque el ruego era genuino no era fácil negociar en ese punto.

—Bájate los pantalones.

Mercedes superó ese momento de parálisis fugaz y obedeció. Un segundo después estaba sobre las rodillas de Amelia que empezó azotarla con el cepillo, con ritmo lento, pero constante. Casi inmediatamente se le llenaron los ojos de lágrimas y se aferró al sofá como pudo. Rogó mentalmente que no le hiciera demasiadas preguntas, que terminara todo de una vez. 

—Faltar a una cita y luego no responder a los mensajes, no puedo creerlo aún. ¿Tomarte una semana libre? ¡No puedes darte ese lujo! —Amelia intercalaba los regaños con golpes de cepillo. —¿Crees que si vuelves a hacer algo de todo esto lo dejaré pasar, Mercedes? 

Como el tiempo de respuesta era demasiado largo Amelia bajó las bragas desnudando las nalgas que ya estaban completamente rojas. 

—Responde a mi pregunta, Mercedes.

—No, señora

—¿Te parece bien aparecerte cuando quieras? 

—No…

—¿Y hacer las cosas a último momento y entregarlas cuando se te dé la gana?

El cepillo ahora se movía rápidamente. La joven comenzó a llorar desconsoladamente.

—¡No, lo siento!

Amelia no bajó el ritmo —Ahora lo sientes, me ocuparé de que además lo recuerdes los próximos días —Finalmente se detuvo y le frotó la espalda y le dio un rato para recomponerse. La cola estaba completamente roja con algunos puntos morados. La joven siguió llorando un buen rato sobre sus rodillas. 

—Ya está, ya terminamos, súbete la ropa. Espero verte la próxima semana en el horario de nuestra cita habitual. Y espero que hayas avanzado de forma concreta en tu trabajo para entonces. 

—Sí, señora.

—Y no quiero que faltes a ni una clase de ahora en más, no me importa si se detiene el mundo. Y vas a llevar un registro de asistencias

—No, Amelia, por favor

—Si quieres discutirlo podemos volver al sofá

—No, señora

Y para el horror de Mercedes, Amelia agregó: 

—Dame unos minutos, te daré una nota de mi parte, para que le entregues a Mujica. 

—¿Pero por qué? No me hagas hacer eso, por favor, Amelia.

 Amelia sonrió y la abrazó. 

—Un poco de vergüenza no mató a nadie. Vamos a lograrlo.


Otros relatos de esta serie:
La mejor alumna (Parte 1)
La mejor alumna (Parte 3)
La mejor alumna (Parte 4)
La mejor alumna (Parte 5)

Comentarios

  1. Ah! no me canso de decirlo, me encanta Amelia ❤️. Me encantó el relato y ahora me gustaría saber si logra o no entrar al grupo de investigación! Aunque con esa ayuda especial de Amelia jajaja no tengo pruebas pero tampoco dudas que si.

    ResponderEliminar
  2. Están los cromosomas XX, los XY pero el de Mercedes es el S de spankee genética. Muy buen relato y ha sido una agradable sorpresa la aparición de vuestro refrescante blog en la adusta blogsfera spanko. Coordino el blog "Azotes y Nalgadas" primer blog en lengua española iniciado en marzo de 2005 junto con el blog de relatos "Azotes", ambos se han convertido en blogs un poco zombies, pero sus archivos tienen una gran riqueza y han sido escritos por spankos de todas las sensibilidades, orientaciones, edades, nacionalidades y tendencias. Os he puesto en los enlaces, el blog ya no tiene el público que tenía, pero en estos 19 años ha recibido más de 3,13 millones de visitas, antes era uno de los pocos medios y muchas personas entendieron que lo que sentían era "normal" e incluso agradable. Somos pocos spankos en el planeta, está bien que estemos comunicados. ¡Larga vida al blog "Las Malportadas"!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por el enlace Fer! Y muchas gracias por tu comentario también.
      Las que tenemos un par de años más por supuesto que leímos mucho el blog "Azotes y Nalgadas", que tiene muchísimos relatos y ayudó a que la comunidad de spankos nos entendiéramos y nos encontráramos desde hace tantos años. También agregamos tu enlace y sigamos escribiendo del spanking tradicional que nos gusta. Un abrazo!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Amelia y Emma 2: la exposición de fotos

 Amelia bajó al palier de su edificio y se sorprendió al encontrar una invitación física a una exposición de fotografías. Era una muestra de 10 fotógrafas en una galería muy prestigiosa con el tema mujeres en la calle. Aunque no se habían vuelto a ver, por las noches habían estado hablando con Emma. Y no le había contado nada de esto. Pero así era Emma y era una oportunidad para verse y eso era una ocasión feliz. Llegó el día y cuando ingresó a la galería, quizás más puntual de lo razonable para ese tipo de eventos, aún no había mucha gente. Tomó un folleto y se dispuso a recorrer los pasillos sola cuando vio las fotos de Emma y la envolvió una especie de orgullo. Esa estética tan limpia y marcada, algunas veces brutal y otras con esa ingenuidad que se le colaba por todas partes. Y así de pronto la vio a ella. Radiante y, como siempre, con su amplia sonrisa de dientes perfectos. A Emma se le iluminaron los ojos. —¡Amelia! ¡Qué bueno que viniste! —Claro, no me lo iba a perder… E

La Maestra de Historia II

 Miss Raquel entró al aula con su característica sonrisa mientras todas nos poníamos de pie. Una tradición algo anticuada si he de opinar, pero que se mantenía junto con otras también algo anticuadas para la época. -¡Buenos días a todas! Hoy veremos la lección cuatro del libro pero primero pasen sus trabajos a su compañera de adelante y así hasta que lleguen a la primera fila y espero que todas se hayan esforzado porque es uno de los temas que vendrá en el próximo exámen. -el coro de decepción al escuchar la palabra exámen no tardó en escucharse en el aula. Y la mirada atenta de Miss Raquel sobre mi tampoco, me dedico una sonrisa rápida y se la devolví. Recibí el trabajo de mi compañera de atrás y le di una última mirada al mío antes de seguir el traspaso hacía adelante. Mis dos tristes y solitarias hojas, siendo una de ellas la carátula. El tema me había causado ilusión. Segunda Guerra Mundial. Miss Raquel me había estado preguntando sobre mi trabajo desde el día que lo dejo y yo

La Novatada

Nadia estaba sentada en el escalón  de la cocina, abrumada con sus recuerdos de la infancia,  esa casa sería muy probablemente difícil de olvidar, a sus 16 años la vida comenzaba a darle una  leve probada del sabor amargo del dolor, la muerte de su padre la dejaría  marcada , el cáncer llevaba años acechándolo, por momentos parecía darle una tregua pero cuando se manifestaba parecía regresar con más fuerza, hasta que por fin Don Alberto cerro los ojos de  forma definitiva. Nadia era hija única; su madre siempre se dedico a  las labores del  hogar ;por  lo que los  ahorros de la  familia se quedaron en los gastos de hospitales y para darle a su progenitor  una sepultura digna; así  que sin mucho dinero su madre y ella decidieron poner en venta  la casa, aunque esta fue la ultima opción considerada , su madre no estaba segura de ello mas  por el apego a los recuerdos de su vida de casada en ese inmueble, pero termino aceptando resignada. La vida en general  no sería tan cómoda a lo que e