—Pasa, toma asiento —Amelia hizo un gesto demasiado amable, un tanto frío, señalando el sofá —ya estoy contigo.
Tenía que pensar cómo proseguir, controlarse. Es que, desaparecer no era algo que tomara a la ligera. En casi cualquier otro caso hubiese desestimado el vínculo y le hubiese dicho que la disculpara pero que se volviera a su casa, que ya no la iba a poder seguir viendo.
Pero con Mercedes había algo más, una apuesta personal. Sabía que tenía potencial para lograr lo que quisiera y que tenía también todas las cualidades para tirar todo por la borda cuando la situación se ponía intensa. Pero igualmente necesitaba probarse que podía ayudarla a encauzar toda esa energía.
—Amelia, por favor, lo siento…
—En este momento no tienes permitido usar mi nombre. Las únicas respuestas que quiero escuchar son: sí, señora – no, señora.
—Sí, señora —respondió la joven en voz baja, casi imperceptible.
—Debería tomarte de una oreja y ponerte sobre mis rodillas ahora mismo. Mira la desfachatez de entrar sonriendo.
—Lo siento.
—No quiero ni escuchar tus excusas en este momento, no te va a ser tan fácil.
—No son excusas, es que…
—Silencio, Mercedes, vas a hablar cuando te lo indique.
La joven asintió. Ni siquiera sabía si decir “sí, señora” en ese momento hubiera sonado desafiante.
—Vas a ir al rincón, que ya debes conocer muy bien, y vas a reflexionar sobre lo que pasó, hasta que te llame. Hay conductas y actitudes que no voy a tolerar y te aseguro que hoy esto va a quedar muy claro.
Mercedes obedeció. Realmente le hubiese gustado disculparse. Había sido una semana horrible y necesitaba dar rienda suelta a su natural verborragia. No obstante, una voz interior le avisó que no era momento para desobedecer.
Amelia, por su parte, decidió tomarse su tiempo. Llevó la taza de té frío a la cocina y volvió a sus pendientes. Así estuvo más de media hora hasta que se apiadó de la figura de la joven, que intentaba no moverse, aunque cada tanto cambiaba el peso del cuerpo entre un pie y el otro.
—Mercedes, ven aquí.
La joven suspiró aliviada.
—Qué pasó, ¿por qué no viniste a nuestra cita y no respondiste mis mensajes? No no, sin tomar asiento. De pie.
—Lo siento, no puedo manejar estas cosas. Cuando falté me dio vergüenza y después no pude responder. Y luego seguí igual toda la semana.
Amelia movió la cabeza en señal de desaprobación.
—¿Fuiste a clases?
—No.
—¡Mercedes!
—Lo siento…
—No, aún no lo sientes, pero lo vas a sentir. Todo esto es inaceptable, tienes que aprender a manejar las expectativas ¿algo que quieras decir en tu favor?
—Sé que no tengo nada que decir, soy un desastre.
—No se te ocurra ir por ahí, ya lo hablamos demasiadas veces.
La joven se veía apesadumbrada, pero continuó.
—Tengo que hacer un trabajo con el cual podría entrar al grupo de investigación de Mujica, y realmente quisiera lograrlo.
—¿Y cómo vas con eso?
—Mal, todavía no lo empecé.
—¿Cuánto tiempo tienes?
—Tres semanas, tengo mucho tiempo. Era un mes, pero…
Amelia no quiso seguir escuchando. Se puso de pie, tomó a la joven de un brazo y la llevó hasta el sofá, casi en el mismo movimiento tomó el cepillo que estaba sobre la mesa auxiliar.
—Te sobra el tiempo, ¿no?
—¡No!, con ese cepillo no, por favor
Aunque el ruego era genuino no era fácil negociar en ese punto.
—Bájate los pantalones.
Mercedes superó ese momento de parálisis fugaz y obedeció. Un segundo después estaba sobre las rodillas de Amelia que empezó azotarla con el cepillo, con ritmo lento, pero constante. Casi inmediatamente se le llenaron los ojos de lágrimas y se aferró al sofá como pudo. Rogó mentalmente que no le hiciera demasiadas preguntas, que terminara todo de una vez.
—Faltar a una cita y luego no responder a los mensajes, no puedo creerlo aún. ¿Tomarte una semana libre? ¡No puedes darte ese lujo! —Amelia intercalaba los regaños con golpes de cepillo. —¿Crees que si vuelves a hacer algo de todo esto lo dejaré pasar, Mercedes?
Como el tiempo de respuesta era demasiado largo Amelia bajó las bragas desnudando las nalgas que ya estaban completamente rojas.
—Responde a mi pregunta, Mercedes.
—No, señora
—¿Te parece bien aparecerte cuando quieras?
—No…
—¿Y hacer las cosas a último momento y entregarlas cuando se te dé la gana?
El cepillo ahora se movía rápidamente. La joven comenzó a llorar desconsoladamente.
—¡No, lo siento!
Amelia no bajó el ritmo —Ahora lo sientes, me ocuparé de que además lo recuerdes los próximos días —Finalmente se detuvo y le frotó la espalda y le dio un rato para recomponerse. La cola estaba completamente roja con algunos puntos morados. La joven siguió llorando un buen rato sobre sus rodillas.
—Ya está, ya terminamos, súbete la ropa. Espero verte la próxima semana en el horario de nuestra cita habitual. Y espero que hayas avanzado de forma concreta en tu trabajo para entonces.
—Sí, señora.
—Y no quiero que faltes a ni una clase de ahora en más, no me importa si se detiene el mundo. Y vas a llevar un registro de asistencias
—No, Amelia, por favor
—Si quieres discutirlo podemos volver al sofá
—No, señora
Y para el horror de Mercedes, Amelia agregó:
—Dame unos minutos, te daré una nota de mi parte, para que le entregues a Mujica.
—¿Pero por qué? No me hagas hacer eso, por favor, Amelia.
Amelia sonrió y la abrazó.
—Un poco de vergüenza no mató a nadie. Vamos a lograrlo.
Otros relatos de esta serie:
La mejor alumna (Parte 1)
La mejor alumna (Parte 3)
La mejor alumna (Parte 4)
La mejor alumna (Parte 5)
Ah! no me canso de decirlo, me encanta Amelia ❤️. Me encantó el relato y ahora me gustaría saber si logra o no entrar al grupo de investigación! Aunque con esa ayuda especial de Amelia jajaja no tengo pruebas pero tampoco dudas que si.
ResponderEliminarEstán los cromosomas XX, los XY pero el de Mercedes es el S de spankee genética. Muy buen relato y ha sido una agradable sorpresa la aparición de vuestro refrescante blog en la adusta blogsfera spanko. Coordino el blog "Azotes y Nalgadas" primer blog en lengua española iniciado en marzo de 2005 junto con el blog de relatos "Azotes", ambos se han convertido en blogs un poco zombies, pero sus archivos tienen una gran riqueza y han sido escritos por spankos de todas las sensibilidades, orientaciones, edades, nacionalidades y tendencias. Os he puesto en los enlaces, el blog ya no tiene el público que tenía, pero en estos 19 años ha recibido más de 3,13 millones de visitas, antes era uno de los pocos medios y muchas personas entendieron que lo que sentían era "normal" e incluso agradable. Somos pocos spankos en el planeta, está bien que estemos comunicados. ¡Larga vida al blog "Las Malportadas"!
ResponderEliminarMuchas gracias por el enlace Fer! Y muchas gracias por tu comentario también.
EliminarLas que tenemos un par de años más por supuesto que leímos mucho el blog "Azotes y Nalgadas", que tiene muchísimos relatos y ayudó a que la comunidad de spankos nos entendiéramos y nos encontráramos desde hace tantos años. También agregamos tu enlace y sigamos escribiendo del spanking tradicional que nos gusta. Un abrazo!
Lo siento no he firmado antes
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