Mercedes salió del departamento de calle Viamonte con la carta en la mochila. Tenía curiosidad de qué decía y no veía la hora de llegar a su departamento para sacarla y leerla. “¿Quién usa papel en estos días?”, pensó, “¿no es mucho más fácil enviar un WhatsApp?”. Pero no era lo único tradicional en el mundo de su tutora. Su cepillo era, también, de otra época. Y lo usaba con bastante fuerza. De todas maneras, se sentía feliz, aliviada. No faltar a clase y llevar un registro le parecía muy posible. Y tres semanas, una eternidad.
Amelia la observó desde el balcón, la vio cruzar la calle. Pensó en ese vínculo como de hermana mayor que tenía con esa chica brillante de aspecto casual y despistado que la hacía ser demasiado laxa, demasiado permisiva. Y que la hacía involucrarse de más. “Tengo que ponerme más firme con ella”, pensó. Pero no debía dejarse llevar por las emociones. Y era un alivio que finalmente hubiera aparecido.
Luego se apresuró a alistarse porque tenía que estar en la Universidad en menos de una hora. Llevaba el cabello castaño recogido. Su ropa era formal como si estuviera siempre saliendo de ver a la filarmónica. No obstante, usaba algunos detalles que cortaban esa austeridad. Su bolso, su abrigo. Sonreía y destilaba amabilidad, y detrás de esa apariencia inofensiva nadie que no la conociera bien sospechaba que podía ponerse estricta en un segundo.
Cuando se bajó del taxi la entrada era un caos. Había una presentación y la presentadora no llegaba. Saludó a algunos profesores y entre la multitud alcanzó a ver a Isabel Mujica que conversaba animadamente con un hombre bajito y sonriente.
—¡Isabel! Justo quería cruzarme contigo —y mirando al hombre —¡Marcos! préstamela un minuto.
—Solo un minuto porque me estoy yendo —agregó ella —esto no empieza y tengo cosas que hacer.
—Quería hablarte de la chica que te mencioné el otro día.
—¿Quién? —la profesora genuinamente no tenía la menor idea.
—Mercedes Paz, está en tu clase este año.
—Ah. No vino a clase esta semana.
—Lo sé. Estuve hablando con ella hoy. Y tuvimos una conversación muy seria. Le envié una nota para ti. Tienes que considerarla para tu equipo de este año.
—Amelia, sabes que te aprecio, pero así no funcionan las cosas. Incluso aunque aprobara la clase.
—Lo sé Isabel, lo sé, tienes razón. Solo dale una última oportunidad. Considérala como al resto. Evalúala con las expectativas más altas.
Isabel Mujica se veía genuinamente irritada.
—¿Tú me garantizas que va a venir, que va a cumplir con todo?
Amelia sonrió por respuesta. Odiaba que le hicieran prometer cosas que estaban fuera de su control. Mujica negó con la cabeza e hizo un gesto de irse.
—Está bien, Isabel, tienes mi palabra. Me voy a ocupar personalmente de que no vuelva a faltar y haga todo lo que tiene que hacer.
—Veremos.
Amelia saludó a la profesora. Sentía una poderosa incomodidad con la promesa que acababa de hacer. No sabía por qué se metía en estas cosas. Tal vez porque sentía que Mercedes estaba bastante sola y solo contaba con ella. O tal vez porque tenía cierta debilidad por las causas perdidas. Esa misma noche la llamaría y pondría nuevas pautas.
Finalmente parecía que la presentación iba a comenzar. Se acercó al escenario a saludar y estaba buscando una silla libre en la segunda fila cuando sus ojos se fijaron en la fotógrafa del evento. Algo en su actitud, en sus gestos, absorbió su atención como un imán. La chica de cabello oscuro y largo se movía por la habitación como si el caos, las reglas de la naturaleza (y de la sociedad), le resultaran ajenos. De pronto la fotógrafa la vio, le sonrió y la apuntó con la cámara. La cara de Amelia se transformó y comenzó a decirle que no con el dedo índice. “Que ni se te ocurra tomarme una foto”. Demasiado tarde. La chica le tomó una foto y volvió a sonreír. Amelia se acercó a una conocida.
—¿Tienes idea de cuál es el nombre de la fotógrafa?
—Creo que se llama Emma.
“Emma”.
Otros relatos de esta serie:La mejor alumna (Parte 1)
La mejor alumna (Parte 2)
La mejor alumna (Parte 4)
La mejor alumna (Parte 5)
Ah debería ser pecado dejar con ganas de más 😝. Me encantan los personajes que estás creando en estas historias. Ya quiero que sea Sábado!
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