El viaje transcurre asombrosamente rápido. Pocos minutos después las chicas están de pie en la vereda de un antiguo edificio. Sofía quiere marcharse a toda costa. —Faltan más de 15 minutos, vamos a caminar un rato. Jimena sospecha que no es una buena idea, pero no puede evitar seguir a su amiga. Es una hermosa mañana de otoño y caminan como personas adultas, y libres. Aunque los uniformes escolares no ayudan a proyectar una imagen de adultez, ni mucho menos de libertad. Una hora después todavía están dando vueltas. —¡Vamos a mi casa Jime! Ya fue. Jimena sabe que no es posible y usa toda su reserva de valor para ponerse de pie y dirigirse al edificio de calle Viamonte. Pero apenas avanza. Sofía, entonces, vuelve a ser ella misma. Pensándolo bien es una situación bastante divertida. ¿Qué podría decirles, finalmente, esta mujer? — La tarjeta dice segundo piso —Murmura mientras caminan hacia la escalera de mármol. Las detiene la voz de un hombre con aspecto de conserje. —¿